Capítulo 1: El comienzo.

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Diablos.

Cuando duermo sueño que soy feliz, estoy con muchas chicas y no tengo que hacer este espantoso trabajo.

¿Cuál es mi trabajo? Mi trabajo es una manera de aprovechar una maldición que se me fue echada. Consta en que a todos puedo verle "su hilo rojo", mientras que el mío no. De igual manera no es algo a lo que le tomó mucha importancia porque eso no impide que me acueste con quien me dé la gana y más así, que sepa que el idiota que ellas se merecen es su mejor amigo, su hermano, hasta el vecino. Eso realmente no me importa.

A pesar de todo, hay gente muy escéptica con respecto a este tema, pero aún hay muchos creyentes en el que uno está destinado a una sola persona y que tenemos que esperarlas porque podemos hacer que se prolongue el destino. Vamos, no es que uno vaya a salir por la calle, encontrarás al amor de tu vida y se casaran al día siguiente, esto no es una película y menos un libro. Esto es la vida real. Cada quien está con quien desea, aunque no le gusté o se gusten, cada quien decide con quien estar. Eso es algo que Rita no entendía. Creo que ella debió echarse la maldición a ella misma para entender cómo funciona todo.

Como quise aprovechar mi maldición (O causarle molestia a Rita mostrándole que me va de maravilla con su estúpida maldición), monte un negocio, como esos donde te leen la mano y cosas así. Pero el mío era distinto. Ellos entran, les digo qué es el hilo rojo y bla, bla, bla o van a la otra sección de mi tienda. Y ellos deciden sí gastar su dinero en esto o salir de mi negocio y seguir con su vida.

He escuchado tantas historias de amor que no entiendo porque la gente se mortifica buscando su mitad. Muchos me piden buscar su media naranja, pero eso es algo que no puedo hacer. Muchos se molestan cuando lo encuentran o simplemente no se encuentra aquí, está en otro estado o continente y mi sueldo tampoco me permite ir a otro lado del mundo por el capricho de alguien.

Cuando Rita me maldijo, no fue instantáneo, lo noté unos días después. Fue una ocasión en donde salí a caminar y ver que hacía. Mientras caminaba, notó a un montón de gente con algo atado, yo pensé que era una de esas modas extrañas, pero al seguir caminando me di cuenta que no era así. Todos, todos tenían uno y otros se ataban entre ellos y otros el hilo se prolongaba hasta que no pudieras ver el otro extremo; empecé a asustarme y no sabía qué pasaba o qué hacer, ahí me acordé de la tienda que me llevo Rita en donde una señora me hizo beber una cosa que sabía muy bien. Me dijo que eso me ayudaría a ver mejor a las personas. Me sorprendió porque yo no tenía ningún problema con la vista. Pero fui cortés y bebí la enigmática bebida.

Cuando descubrí de qué iba mi maldición, regresé a ese negocio. Ahí estaba la misma señora y ésta me dijo que habían pagado por una maldición, y ella sólo estaba haciendo su trabajo.

Quién diría que ahora las maldiciones son a domicilio. Qué siglo tan moderno... Pero me dio una pista, me dijo que no se rompería hasta encontrar a mi verdadero amor y besarla. Lo cual es una ironía ya que no puedo ver mi hilo del destino. Y me aclaro que esa es la parte difícil de la maldición, que pueden ser años hasta que la descubra. Pero que cuando la vea que lo sabré. No me dijo más nada. Aunque me alivié de que fuera "reversible".

Ha pasado un año desde esto. Así que no sé, me acostumbre a ver el "destino" de los humanos, porque mi maldición no funciona con animales. Que discriminación tan grande, Rita. Me alegro nunca haberte regalado un perro o alguna mascota. Ojalá que nunca te regalen una. Porque si eres así con un chico que te digo que no te quiere, cómo serás cuando tengas una mascota y no haga lo que quieras.

Bueno ya, no debo recordar el pasado, tengo que levantarme de mi cama y ver que historias y disparates presencio hoy de mi clientela.

Salgo de mi cama, tomo un baño y me alisto. Solamente tengo que bajar por la escalera para llegar a mi negocio. Sí, mi negocio queda en la planta baja de mi casa.

Al otro extremo de mi hilo rojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora