Capítulo 4: Rosas.

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En estos tiempos lo que abundaban eran parejas jóvenes. Pero ya no se veían tantas parejas de ancianos, eso es triste. Pero bueno... no soy un apasionado del amor, cosa que aún no entiendo del todo la maldición. Okey, podía liarme con cualquier chica, vale, pero Rita creía que no encontrar el amor de mi vida iba a ser malo para mí. Al menos podría seguir teniendo sexo con una chica sin ataduras y esas cosas. No me veo sufriendo como Rita lo hizo por mí. Pero quizás el mundo hacía lo que se le daba mejor "Voltear las cosas".

Últimamente a el negocio sólo venían madres a comprar libros de cocina y una que otra compraba libros eróticos. 

Así que ese día quería variar y cerré temprano. Decidí salir a tomar un café, y pasear un rato.

Realmente era irónico ver a tantas personas en ese café, que se amaban y eso.

Hasta en el mismo café había un tipo diciéndole a la que ahora era su prometida que se casara con él. Y la mujer emocionada le respondió que sí, y que era el amor de su vida. Y solté un bufido, yo procuré que fuese con una voz baja pero el hombre arrodillado se dio cuenta y me asesino con la mirada. Pero no fue mi intención, solamente me dio risa que la chica dijera eso cuando su hilo siquiera estaba unido, sólo estaba enredado.

Decidí irme del café antes que saliera una serenata y estallará en carcajada. Quizás la gente pensaría de mí que soy cruel y que era desconsiderado. No es mi culpa no encontrar una chica que provocara en mí más que deseo sexual, y créeme que he estado con muchas pero ninguna ha provocado amor. Hasta hubo una que no logró inspirarme una erección porqué se puso a decirme que era el amor de su vida y con esas palabras se me fue la emoción de cualquier cosa.

Llegué a un parque en donde se hallaba unos juegos para niños, y ahí estaban los niños corriendo y sus madres viéndolos en una banca aunque también hablaban con las otras madres. En todo el jaleo que había, alguien tropezó conmigo

—¡Oye! –dije yo con un tono un poco apático.

—Oh, discúlpame. Estoy un poco nervioso. –ahí fue cuando me fije que en su mano llevaba un ramo de rosas y de lo sonrojado e inquieto que estaba.

—¿Vas a pedirle matrimonio a alguien? –le pregunté al muchacho. Entiendo que eso era personal pero me impresionaba los rojo que estaba, parecía un tomate ambulante. tenía casi el mismo color intenso de las rosas que llevaba.

—¿¡Qué-é!? No, sólo... –se aclaró la garganta. — sólo que viene una amiga del cual estoy enamorado desde primaria y pienso decirle lo que siento por ella.

Y ahí estaba, un completo extraño hablándome de una chica que por lo que entendí se llama July y empezó a describirla con sus ojos brillosos.

—¿Ella sabe al menos que le atraes? –le pregunté cuando dejó de hablar de la sonrisa de July.

—No –miro hacia abajo—, por eso lo más posible es que me mande a la friendzone.

—Oh amigo. No digas tal cosa, es decir, yo en lo particular no creo en nada de eso. Aunque trabajo de eso y de los libros. Pero tus ojos se iluminan, eso es buena señal. –intenté de subirle el ánimo. 

Me sentía como un romanticón. Tengo que dejar de leer esas historias juveniles.

—¿Trabajas del amor y libros? ¿Eres poeta o algo así? –me miro como si me fuese a encargar un poema para su amada.

—Nop, nada eso ¿has escuchado el negocio que ve los hilos rojos y a la vez es una librería? –Después suelte una carcajada— Disculpa, hable como si me negocio fuese famoso o algo.

—Negocio del hilo rojo... ¡Ya sé! Ana, una compañera, me habló de él, que iba a llevar a su amigo porqué se casaba con una loca –luego me miro como sí supiese de quién hablaba—. Lo siento, suelo hablar como sí todos se conocieran.

Ana... Ana... ¡Ana! Ya la recordé.

—Oye ¿por casualidad su amigo se llamaba Jean y la prometida o ex-prometida Lucia?

—¡Sí! La loca Lucia y el enamoradizo Jean ¿Los conoces?

—Hace un tiempo fueron a mi tienda. Y fue todo un drama con ellos.

—Me imagino que fue de parte de Lucia. Ya no son prometidos, Ana me habla de lo feliz que se siente que ya no esté con ella. Pero que aún Jean no se da cuenta de lo que ella siente por él –suspiro—. Creo que él tiene que ser ciego.

—O tonto. –replique.

Vi que pasaban los minutos y se volvía más ansioso el muchacho.

—¿Ya va a venir tu July? –bromee para hacer que se calmara un poco.

—Debería. Yo llegue una hora antes, estaba demasiado nervioso y estaba dando vueltas por la casa hasta que mi mamá se estresó y me dijo que me fuera al punto de reunión de una vez.

—Por lo que veo, le hiciste caso.

—Ves bien entonces. Por cierto ¿en serio ves ese hilo rojo o sólo es marketing?

—Realmente lo veo. Veo el tuyo, veo el de las madres sentadas en el banco, hasta el de los niños jugando.

—¿Y el tuyo?

—No, no puedo ver el mío.

—¿Y eso no es malo?

—Lo fuese si yo estuviese buscando al amor de mi vida y no, no me interesa encontrarlo.

—¿Y cuándo quieras encontrarlo y te canses de lo "no-seguro"?

Esa pregunta se quedo en el aire, nunca pensé en eso, realmente no me veo en un futuro atado a alguien.

Mientras que trataba de responder. Entro al parque una chica como el chico de al lado había descrito a su July.

—Hey, Romeo ¿ésa no es tu Julieta? Digo, tu July.

Cuando se dio la vuelto y vio a la chica, regreso ese intenso sonrojo como cuando lo vi. Y con eso confirme que sí, era ella.

Se levanto muy emocionado y nervioso. —Muchas gracias por la charla.

—De nada. Espero que no te mande a la Friendzone –en ese momento volví a ver a la chica y luego al chico con las rosa, y sonreí—. Oye, no te estoy diciendo esto para que estés menos nervioso o porqué te esté mintiendo.

—Me estás asustando ¿qué sucede?

Pensé un momento y decidí callar. —No, nada ¡Suerte!

Aquel muchacho salió emocionado con sus rosas y una gran sonrisa.

Decidí no decir nada, quería que todo surgiera naturalmente. Porqué a veces las personas por saber que su hilo conecta, es algo parecido al matrimonio, que dejan de esforzarse y cosas de ese tipo. Así que me lo reserve.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2017 ⏰

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