CAPÍTULO I. SIÉNTATE AQUÍ.

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Sí bien era una mierda eso de vivir, era peor ir a una escuela donde todos te trataban como un bicho raro y tus amigos hablan mal de ti cuando no estás con ellos

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Sí bien era una mierda eso de vivir, era peor ir a una escuela donde todos te trataban como un bicho raro y tus amigos hablan mal de ti cuando no estás con ellos.

Todos en esa escuela eran un bola de hipócritas, a excepción de Emmalie, Alvin y Laila, mi hermana.

No me gusta socializar o intentar encajar en mi escuela.

A muchos les parece que estoy amargada. ¡Pues sí! Lo soy. Eso de sonreír y fingir ser alguien sin problemas no era lo mío.

Nunca me gustó fingir ser alguien que no era y si eso provocaba que no tuviera amigos y hablarán mal de mí, pues pagaría el precio. Ya que después de sufrir muchos ataques de ansiedad me había acostumbrado a que las personas nunca estuvieran de acuerdo en mi forma de ser. Porque sí, ellos querían que fuera sociable, que sonriera en todo momento, que me gustarán las mismas cosas que a ellos, que diario les pasará las tareas, que les soportará las bromas pesadas en contra de mi físico, las bromas de que mi mamá le había sido infiel a mi papá y que por eso yo era distinta a mis hermanas.

Todo era insoportable, llegué a tolerarlos un tiempo, pero no se detenían, así que decidí dejar de tener contacto con las personas de mi clase y bueno... las cosas no mejoraron mucho, pero al menos ya no los escuchaba hablar de eso todos los días.

Los únicos a los que les tenía confianza eran a los Smith y a mis hermanas, a veces pienso que ni siquiera en mis papás puedo confiar, pues tengo que hacerlo todo bien para ellos y si me equivoco es sinónimo tener un día lleno de reprimendas. Cuando estoy con mis amigos y mi hermana Laila son los únicos momentos en los que sonrío en la escuela.

Laila y yo íbamos en camino a la escuela, ella iba caminando detrás de mí, otra vez íbamos tarde por culpa de su pereza y yo tenía mi mala cara mañanera, que era clara señal de que íbamos tarde a la escuela.

Yo caminaba como si tuviera solo unos segundos para llegar. La escuela no quedaba tan lejos de mi casa, pero los maestros eran una mierda y muchos no te dejaban entrar a su clase si llegabas tarde.

Mucha responsabilidad para una chica de trece años que sólo quiere descansar.

Ya iba a acabar este ciclo y con ello, también acabaría mi noveno año en la secundaria. Después de eso y unos años más todo estaría mejor, ya no vería a muchas de las personas que me hicieron pasar un infierno.

Al llegar a la escuela y ver que al menos, no habían cerrado el portón, me tranquilizo. No me gustaba llegar tarde por culpa de mi hermana y su pereza.

Entre y al parecer no había llegado tarde. Me enorgullecía de mí misma que corrí lo suficientemente rápido para llegar a tiempo.

Unos segundos después de pasar a mi salón sonó el timbre. Laila seguro que había llegado tarde. Sonreí al pensar en eso, al fin le había ido mal solo a ella, pero al llegar a mi lugar reflexione sobre el regaño que le darán mis padres y decidí que tendría que cubrirla.

EL DIARIO QUE TE DEDIQUE [Los Diarios De Freya Stone #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora