La diferencia entre barberos y algebristas era indiscutible. Los unos sacaban muelas, practicaban sangrías, curaban hernias, cataratas, cálculos, fiebres y úlceras, y los otros tan sólo trataban fracturas y luxaciones. Y a pesar de todo esto, en ocasiones se les confundía. En mi caso, además de barbero, soy boticario. Esto me ofrece la ventaja de tener a mano recursos ilimitados para tratar infinidad de dolencias. No poseo conocimientos específicos sobre ellas, pero con la práctica, con ensayos, errores y muertes a mis espaldas, voy adquiriendo destreza en sus tratamientos.
Es muy dura la vida para alguien de mi condición entre vecinos calvinistas. Predican la humildad, la pobreza y la renuncia a la vanidad. Huyen de las riquezas, acatan las leyes y siguen las tradiciones. Viven eternamente tristes y temerosos de un Dios vengativo, y lo demuestran además de en su modo de vivir, en su estilo al vestir. Sus ropas son austeras, sin un ápice de elegancia. Altos sombreros de fieltro para los hombres y cofias que esconden el cabello de las mujeres. El calzado siempre austero en ocasiones se adorna con una única hebilla rectangular. Gustan de la lana, el paño y el lino. Y como colores abusan del negro, con inmaculados puños, mandiles y cuellos blancos. Para el trabajo en el campo permiten los tonos ocres y ceruleos, siempre apagados y tristes.
Las mercaderías en Europa nos reportan grandes beneficios, pero el ansia de evangelizar manda sobre otras y hemos comenzado a colonizar más allá del vasto océano. Me asfixian los ojos vecinales. Los corrillos de mujeres y los dedos inquisidores de los hombres. Y en una huida hacia adelante, mi mancebo y yo partiremos en el Half Moon en busca de una nueva oportunidad en New Ámsterdam.
Corre el año de 1752 y partimos del hogar, atrás dejamos los Países Bajos y miramos al horizonte a la vez con pena y esperanza. Aunque he de admitir que pesa más la esperanza. Las 102 almas que partimos de casa nos alimentamos a base de pescado, arroz y garbanzos durante los 66 días que dura la travesía. Sólo tenemos que lamentar 3 bajas cuando arribamos a puerto. La tierra prometida se muestra ante nosotros abriendo de golpe nuestros ojos a una dura realidad. Leñadores y carpinteros son los oficios más solicitados pero yo, como único barbero de la colonia, medraré con facilidad en una sociedad incipiente amenazada por nuevas y múltiples enfermedades desconocidas incluso por mí.
60 florines se han pagado a las tribus locales por la isla donde nos hayamos asentados. Tierra fértil donde el maiz, el trigo, los vegetales y el tabaco, crecen con facilidad. Mineros, tramperos, mercaderes y artesanos van conformando poco a poco el tejido de una sociedad, que crece al abrigo, más bien bajo el yugo severo, de las normas cristianas más puristas. Afincado ya con mi ayudante en la casa del barbero, amplío la colección de fórmulas traídas de Europa con plantas locales con las que preparo remedios eficaces con los que tratar las nuevas enfermedades. La sombra de la herejía pesa sobre los hombros de los que ejercen la medicina. No se entiende que nadie cambie la fecha de la sentencia a muerte que Dios ha puesto en el camino de un hombre. Aún así a riesgo de mi propia vida, sigo ejerciendo mi oficio, a sabiendas de que la envidia o el miedo de un vecino, podrían sentenciarme a muerte sin derecho a juicio.
El temido día ha llegado, en el patíbulo rezamos mi mancebo y yo. Aquí estamos ambos, de cara a un pueblo que nos grita. Pero no mienten, no gritan injurias, dicen a viva voz la causa real de nuestra huida de Europa. El porqué dejamos atrás a nuestras familias. No moriremos por ser barbero y mancebo, ni por curar con hierbas y remedios que su mente pueda catalogar de prácticas herejes.
-Herejía, herejía, muerte a los sodomitas. Gritan mientras ajustan a nuestros cuellos la soga. Moriremos por amarnos siendo del mismo sexo. Vinimos a nuevas tierras en busca de nuevas oportunidades, de gente más tolerante que no se metiera en nuestras vidas. Pero nos metimos sin saberlo en las entrañas de otra bestia. Nuevos ojos nos vigilan, nuevas lenguas murmuran.
Hemos hecho un viaje tan largo, simplemente para morir en América.Este relato corto forma parte de mi libro DesAmores de @_lasonambula María del Carmen Parres 2020 ©.
Editorial Tepublicamos 2020.
ISBN: 978-1-913914-03-5
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Half Moon (completo)
Historical FictionUn grupo de holandeses, a mediados del siglo XVIII, parten a colonizar las tierras del nuevo mundo en el Half Moon. Allí se asentarán esperando prosperar a la vez que transmiten la palabra de Dios. En las tierras de New Ámsterdam, la actual Manhatt...