❪ 🎋 ❫ ; ¿Conocen el efecto mariposa? "Si en un sistema se produce una pequeña perturbación inicial, podrá generar un efecto considerablemente grande a corto o medio plazo." Al volver al pasado, Takemichi cambió el futuro hasta con la más mínima de...
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Aunque el frío aire nocturno de Shibuya recorría las calles brindándole escalofríos a quien sea que las caminara durante esas horas, pero yo me mantenía impasible: no sentía nada. Quizás se debía a la impotencia y enojo que cruzaba por mi cuerpo de punta a punta desde hace días, desde cuando le arrebataron las ganas de luchar a una de las mías.
El escuadrón de ataque se estaba encargando de los responsables de eso. Era su labor: patrullar zonas peligrosas, ayudar a las mujeres, apalear a los hombres que las amenazaban, llevarlos a la estación de policía, quienes luego los llevaban a prisión y algunas veces marcarlos. La marca que les hacían no era sólo para hacerles saber a la ley quiénes los ayudaban en su labor, sino para que los demás prisioneros los reconozcan en la cárcel. La marca de la Legión estaba reservada para la peor escoria que existía: los violadores. Todos estaban conscientes de eso, aquellos que violaban se encontraban en lo más bajo de la pirámide y en la prisión sufrían de su karma. La idea la propuse yo. Allá en Argentina, los propios policía eran quienes revelaban a los violadores que entraban en la cárcel poniéndoles su gorra de revés; en Japón eso no sucedía así que... Yo hice que suceda.
Lo de hace unos días fue doloroso, como si alguien te golpeara constantemente mientras te estrujaba el estómago. Quería asesinarlos, ¿Cómo se atrevían a tocar a una de las suyas? ¿Cómo es que se atrevían a hacerle eso a una mujer? ¡A una persona! ¿Acaso ellos la habían visto como un ser humano? No, seguramente no. Dando vueltas sobre lo mismo, apreté tan fuerte los puños que sentí como mis uñas lastimaban las palmas. Pero eso no era nada comparado a lo que su compañera sufrió. ¡Dios! No debería haberla dejado sola, debería haberlo entrenado más, ¡Debería haberla protegido!
Su comandante tenía razón, no podía hacerse cargo de los violadores de Yuzuki porque seguramente los habría matado a golpes, y ellos no merecían esa misericordia. Merecían sufrir en la cárcel, sufrir en carne propia una y otra vez lo que hicieron. Hijos de puta repugnantes. Más encima, si ella los mataba tendría que ir a un reformatorio juvenil. No podía dejar que eso pase, su madre estaría triste y quedaría sola.
Bufando, ajusté mi chaqueta para luego apresurar el paso, buscando a algún imbécil para partirle y poder descargar su bronca, pero nada. La noche parecía estar particularmente tranquila; algunos turistas caminando, los puestos de comida con filas cortas de personas y familias paseando. Tomé unos segundos para apreciar la tranquilidad que se respiraba en la zona y saludé a una niña que agitaba su mano con efusividad hacia mi. Retomé el camino habitual, y llegando al final de la cuadra giré hacia la derecha, en dirección al Santuario Musashi. Cuando ví las motocicletas estacionadas al pie de este entendí por qué las calles estaban tan tranquilas: la pandilla Tokyo Manji Gang realizaba una reunión hoy.
Apreté la mandíbula sin darse cuenta. Estos días había escuchado de ellos más de lo que querría. La Legión no tenia relación con ellos, y eran la pandilla más... respetable, por así decirlo, de las que existían. Estaba por seguir mi recorrido cuando escuché un quejido cerca del lugar. Entorné los ojos y logré ver a una chica de rodillas al último escalón del santuario. Rápidamente me acerqué a ella.