Capitulo 2

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El nuevo almacén les pillaba un poco lejos; estaba en la otra punta de Los Ángeles. Era una zona un poco más arriesgada, pero como siempre estaba vigilado, no tendrían ningún problema.

Mientras iban de camino, Ariel le explicaba a su compañero sus planes para el futuro de la organización. Quería vender droga para toda Latinoamérica, tener laboratorios en cada país, y si el negocio funcionaba en América, ir a Europa, empezando en España, donde había parte de su familia que se dedicaba al contrabando. Sonaba muy bien todo lo que le contaba, pero no quería que les ocurriera lo mismo que en el cuento de la lechera.

—Y dime Hunty, ¿cómo estaba tu hermana?

—Ah, me dijo que estaba bien. Me dijeron hace tiempo que ella había formado una familia.

—¿Cuantos años tiene?

—Tiene... creo que 40 años si no recuerdo mal...

—¿40? No está mal...

—¿Por qué preguntas? ¿Ariel?

—¿Hm...? Dime Nick. —soltó entre risitas.

Mientras Nick conducía, el pelinegro se retorcía en su asiento a carcajada limpia. Sus ojos oliva soltaban lágrimas de risa por la cara de estupefacción que había puesto el estadounidense. Después torció el morro y Ariel continuó partiéndose la caja.

—Joder... siempre pensando en ponerla, que asco.

—No hombre, jajaja, que era coña. ¿Cómo iba a pensar en eso? Encima es tu hermana.

—Lo acabas de hacer ahora mismo cabrón.

—Bueno tío, si por ti fuera te pondrías a coquetear con Márquez el del trailer o con Sebas.

Nick soltó un suspiro y detuvo el vehículo al haber llegado a su destino. Antes de salir del vehículo carraspeó y se dirigió a Ariel.

—Te pido por favor que esto no salga de aquí. Nadie lo sabe, sólo tú. Ni siquiera lo saben Mentado o Tuerto.

—Vale Hunt, te doy mi palabra que no saldrá de este coche.

Ambos hombres salieron del coche y se dirigieron al interior de la nave. A Hunter le costaba reconocer que le gustaban los tíos, porque sabía que luego sería la burla de todos los de la organización. Nunca había tenido un novio, y lo cierto era que las dos personas que había mencionado Ariel le ponían.

El interior de la nave industrial estaba lleno de estanterías con contenedores, pero al fondo habría un hueco diáfano, donde podrían montar el laboratorio. Previamente, Ariel le había mencionado a Nick la posibilidad de poder almacenar los fardos de droga y el dinero negro algunos contenedores, y que en la parte superior de la nave había varios cuartos vacíos para montar los despachos para la organización.

—Me gusta, me gusta este sitio... es espacioso.

—Es por eso por lo que lo elegí.

—Bueno, luego le seguiré echando un vistazo.

—¿Te vas? —le preguntó Ariel un poco decepcionado.

—Si. Tengo que hacerle una llamada a mi hermana. Mañana me volveré a pasar por aquí y me pondré al día con los encargos que teníamos todavía previstos, ¿de acuerdo?

—Agh... está bien Hunt. Diviértete... o yo que sé...

Nick terminó de despedirse y salió a la calle para poder llamar a Julia. Buscó el contacto y la llamó inmediatamente. Esperaba que ella no estuviera ocupada ahora que él no tenía nada que hacer. "Vamos... cógelo..." pensó en aquel momento.

—¿Diga? Ah, ¡hola Nick! —se escuchó al otro lado.

—Hola Julia. Ya he terminado la reunión, por lo que ya podemos hablar tranquilamente.

—Cierto, pero he pensado que igual era mejor vernos en un lugar concreto, y así te puedo presentar a mi marido.

—Oh, eso no lo había pensado yo... ehm... ¿qué tal en un restaurante?

—Me parece perfecto. ¡Oh, es más! Conozco uno perfecto para la ocasión.

—Bien, entonces mándame en cuanto puedas la ubicación del sitio y voy para allá.

—Por supuesto.

Hunter comienza a andar hacia su vehículo. Se monta en él y antes de encender el motor, sigue hablando con Julia. Reposa sus piernas encima de la guantera y se tumba en el asiento.

—Por cierto Nick, ¿te he hablado alguna vez de Jack?

—Ummm, no, ¿es tu marido verdad?

—Si. Es un hombre maravilloso y muy dulce. Es un hombre de la ley súper amable y...

La cara de Nick pasó de su tez normal a un blanco nuclear al escuchar aquellas palabras. "Un hombre de la ley". Varios sudores fríos descendieron por su espalda y podía notar que se mareaba un poco. Se agarró al volante y negó con la cabeza para sacarse esos pensamientos de su mente.

—¿Nick? ¿Sigues ahí?

—Ah, si si. Perdona, se había ido la cobertura. ¿Dices que un hombre de la ley? ¿Es policía? —su voz "temblaba un poco".

—Claro. Ya hablaremos de ello más tarde, si quieres claro. Te dejo, que debo preparar unas cosas. ¡Hasta luego!

Colgó la llamada, y lo único que hizo el ojiazul era echarse las manos a la cara y tratar de no pensar en ello. Su mayor temor se había hecho realidad.

El cazador [Angst Huntway] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora