Capitulo 4

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Volvieron del baño y la cena continuó como si no hubiera pasado nada. Los minutos pasaron entre carcajadas, preguntas y comida, hasta que esta terminó. Finalizado el encuentro, salieron fuera del local Conway y Nick, donde el policía prende un puro. Se lo ofrece a Hunter y este se lo niega.

-No fumo. Lo dejé hace bastante tiempo. Julia se empeñaba en decirme que era malo para mi salud.

-Vaya, hay cosas que nunca cambian. -
-soltó Jack.-últimamente es algo que me dice. Se nota que se preocupa por todo el mundo.

-Espero que la cuides bien. Se merece todo lo bueno en este mundo-dijo a modo de broma.

-No te preocupes, Nick. Estará bien conmigo. -acompañó aquella respuesta con un guiño que le provocó un leve sonrojo.

Julia salió y colgó sus brazos en los hombros de los dos hombres. Se giraron y comprobaron que ella se encontraba algo "mareada" al tomarse unas copas de más. Conway la agarró de la cintura y la levantó en volandas.

-Os puedo llevar en la ranchera si lo necesitáis.

-Te lo agradezco, Nick.

Los dos hombres se pusieron en marcha, para llegar al vehículo de Hunt. Un chófer se les acercó y pidieron la llave del coche. Jack dejó a Julia en la parte de atrás y él se subió de copiloto. A Nick le ponía nervioso que se pusiera ahí, pero pudo mantener la compostura. Arrancó el coche, y con sutileza se incorporó en la carretera.

Eran las 23:45, pero aún así la carretera seguía algo transitada. Por el rabillo del ojo miraba a Conway, quién a la vez miraría a Hunt. "Debería de dejar de observarle para no distraerme", pensó el de ojos claros. Jack metería en el GPS la ubicación de su casa, y Nick seguiría las indicaciones.

En menos de 20 minutos llegaron a la puerta del domicilio. Hunt se bajó del vehículo y cargó con su hermana junto con Jack. Ella dormía profundamente. El pelinegro abrió la puerta y ambos hombres entraron dentro con Julia. La dejaron en el sofá, y de repente se escucharon unos pasos.

Dos niños de no más de siete años aparecieron en el salón de la casa. Uno de ellos, el chico, era castaño, con los ojos azul pálido y de piel muy clara, y la chica era morena, con los ojos de color ámbar. Suponía que aquellos eran los hijos de Conway y Julia, lo que despertaría una sonrisa en Hunter.

-¿Por qué está mamá en el sofá de esa forma? -preguntó la niña.

-Porque estaba muy cansada y se ha dormido en el coche. -le respondió Jack. Puso una mano en mi hombro y me acercó a sus hijos.- Mira Nick, estos son mis niños: Danielle y el pequeño Matty.

-Hola.- dijo Danielle amistosamente ante el ojiazul. Matty no respondió, y tan solo permaneció callado, mirando atentamente al desconocido.

Hunt se agachó y observó a los hijos del moreno. Estaba orgulloso de su hermana, que había conseguido dejar atrás su pasado en la calle, y había comenzado de cero. Esbozó una sincera sonrisa.

-Hola, yo soy Nick, hermano de vuestra madre.

-¿Eres nuestro tío? ¡Como mola! -dijo Danielle emocionada.

-Así es. Y será el mejor tío del mundo, ¿Verdad? -aseguró Conway detrás de Hunt.

Posó una mano en el hombro de su cuñado, y ambos hombres se dirigieron a la puerta de la casa. Salieron y se quedaron debajo del porche, contemplando el cielo despejado.

Lo único que se escuchaba eran los grillos y los ruidos del centro en la lejanía. Se miraron ambos a los ojos sin pronunciar ninguna palabra, hasta que Hunt cortó aquel silencio sepulcral.

-Creo que debería de irme... Mañana tengo que ocuparte de unos cuantos asuntos en el trabajo.

-Yo también. Me llevaré a Julia a la cama y yo descansaré en el sofá. No quiero que ella se despierte con dolor de espalda.

-¿Y qué pasa contigo? ¿Tu espalda es de acero? -bromeó Nick.

-He dormido en sitios mucho peores, créeme. Es lo que tiene la guerra.

¿Era un veterano de guerra? Hostia, pensó Hunter. Estaba claro que Jack Conway era una caja de sorpresas y que no era como otros polis que había conocido. Aquello lo hacía interesante pero a la vez peligroso para la organización.

Ambos esbozaron sonrisas tontorronas mirándose el uno al otro. Conway carraspeó y se dirigió a la puerta.

-Buenas noches Nick. Espero que nos volvamos a ver pronto.

-Lo mismo digo Jack. Me has caído bien. Buenas noches.

El ojiazul se dirigió a su vehículo con las manos en los bolsillos y paso ligero. Le agradaba la presencia del marido de su hermana, incluso demasiado. En repetidas ocasiones se había olvidado que hablaba con un policía cuyo trabajo era desmantelar mafias, pero era inevitable. Le resultaba curioso que Jack no era orgulloso ni obsceno con él.

-¿Nick?

Una vocecita con acento español procedente del suelo le sacó de sus pensamientos. Bajó la mirada y se encontró con una joven muchacha, sentada en el borde de la acera.

-¿Liza? ¿Qué haces aquí?

-Oh Hunty amigo, la noche es joven...

-No has aparecido en todo el día, ¿Donde estabas?

-¿Yo? Estudiando mi rey.

Nick puso los ojos en blanco y cargó con la chica. Liza era menudo y bajita, con grandes ojos negros que aquella noche resaltaban por el eyeliner, y pelo rubio que llevaba enredado. En sus dedos reposaba una botella de ginebra rosa.

Le quitó la botella a pesar de los comentarios que la rubia hacía, y la metió con cuidado en el coche. La sentó en el lateral izquierdo, y le puso el cinturón de seguridad. Ella olía a alcohol, como si se hubiera duchado en ello.

-¿Dónde has comprado el licor?

-En la licorera, Einstein.

-Vaya no jodas. - respondió sarcástico Hunty.

Arrancó el coche, se adentró en la carretera y bajó las ventanillas para que la rubia pudiera tomar el aire.

-No me vomites en la tapicería, el coche es nuevo.

-Jefe yo nunca le vomitaría en el vehículo...

Observó a la muchacha a través del espejo interior y rodó los ojos. Liza tenía 18 años y todavía estudiaba. Nick la sacó de la calle y la ayudó a reformar su vida, dándole unos estudios y un hueco en la organización como contadora. Él había devuelto el favor como habían hecho con ellos; con su hermana y con él. Era por ello por lo que él la consideraba a veces como su hija.

-Nick, ¿Me has escuchado?-le interrumpió Liza

-No, perdona. ¿Qué decías?

-Que en unas semanas llegaba la nueva mercancía. Las ventas incrementarán en un 150%

-Perfecto. Ese era el objetivo a cumplir.

-Por cierto Nick, ¿Donde voy a dormir? Es demasiado tarde y creo que el centro no está abierto.

El mayor se quedó por unos segundos callado hasta que por fin respondió.

-En mi apartamento del motel. Yo dormiré en la ranchera.

-¿Seguro?

-Si coño. Pronto te conseguiré una habitación en condiciones, y no en la pocilga esa llamada albergue.

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⏰ Última actualización: May 28, 2022 ⏰

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