Menta

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No recuerdo ya la primera vez que nuestras miradas se cruzaron. Habíamos sido compañeros durante años sin siquiera molestarnos por nuestra propia existencia. Tal vez fue a los 12 años cuando terminamos encontrándonos por primera vez, era nada más que realizar un trabajo juntos, tú tenías a tus amigos y yo a los míos. No era más que un encuentro de una sola vez.

Pero quién podia dejar pasar ese cabello negro que caía sobre tus ojos grises y apagados junto a esas finas cejas que aunque calmadas expresaban todo aquello que tu alma gritaba. Era verano y notábamos por primera vez los cambios físicos de la pubertad, tu voz se rompía para dar paso a ese tono grabe y monótono, era evidente la diferencia de altura y masa muscular entre ambos ¿Quien diría que en algún momento fuiste de los más altos del salón? Levi Ackerman, tu nombre sabe dulce entre mis labios y en mis fantasías te observabas sereno y libre, soñé contigo tantas noches de forma inocente y hasta infantil.

Pasaban los meses y me atreví a preguntar si tan solo querías ser mi amigo, cualquiera diría que tu seca respuesta y mirada daban como respuesta un rotundo no, sin embargo mi corazón supo desde aquel momento que seríamos tu y yo contra todo lo demás. Por primera vez me acerqué a ti tan solo para acompañarte al dibujar y lo sentí. Menta, un relajante y penetrante olor a menta.

Tu olías a menta y yo a frustración, quería ser más para ti constantemente. ¿Y es que como me ibas a querer de la forma en la que yo te quiero? Patético chico enamorado y hormonal. Cada vez que me sentaba a tu lado mi mente colapsaba, estoico y frio el corazón no dejaba de latir y comenzaba a empaparme en sudor. Tu olías a menta y yo a sudor.

Tal vez fue el 25 o 26 de mayo, nunca nos pusimos de acuerdo. 8vo grado, ya no éramos niños, fue el inicio de nuestra primer relación. Te respetaban e incluso las mujeres que deseaban estar a tu lado cuchicheaban con apoyo para ti. A mi solo me llamaban maricon y golpeanan. Pero tú tomaste mi mano con orgullo y la mostraste frente a todos. De nuevo olías a menta y admiración, yo por mi lado olía a sangre y humillación.

Pero la menta también pica, y llegado nuestro primer año juntos decidiste cortarme, no era personal en absoluto, pero la chispa ya no estaba. Chicas y chicos pasaron por tu lado, y no me di cuenta cuando los rumores comenzaron, Levi Ackerman era el nuevo dios del sexo, casi una deidad para los adolescentes calientes. Entonces me buscaste y nuevamente me sentí amado, más unido que nunca a ti, en completa armonía el uno con el otro. Los minutos eran eternos, solo éramos tu y yo, sabías que era mi primera vez y de alguna manera logré mentirme a mi mismo para creer que también era la tuya. Desnudo olías a menta, a sudor, lubricante, latex y menta.

Pero las chicas y chicos seguían pasando por tu lado, la pelirroja, el de frenos, la de lentes y la rubia, y ahí estaba yo también, atento a tu llamado para coger en los baños de la escuela, cada vez que quisieras para poder sentirte cerca. Iba a tu casa casi todos los días, deje de comer y de dormir porque eras lo único que podía existir en mi mente y universo. Fue entonces cuando los antidepresivos se hicieron parte de nuestra nueva rutina. Al inicio era media pastilla. Conseguiste una novia y era una pastilla completa. Le cortaste para estar con un chico y fueron dos, cuándo comenzamos a ser novios de nuevo agregamos el alcohol, era un combo letal para cualquiera, para dos chicos de 18 años recién cumplidos era la destrucción total. Estábamos en la ducha un martes en la mañana cuando lo noté, ya no olías a menta, una mezcla de caramelo y menta te cubrían, esa era tu nueva obsesión, y tuviste tantas. Tu olías a menta y caramelo, yo olía a vodka barato y prozac.

Los cigarros se volvieron tus compañeros durante nuestro último año, según tu era la ansiedad de
los exámenes. Tan solo uno mientras estudiabas, pero uno se transformó en 3, luego en 10 y cuando iniciamos la universidad era casi un paquete al día el que pasaba por tus labios. Olías a caramelo, tabaco y a menta. Yo olía a cerveza, litio y tus besos.

Te besaba y olías a caramelo, en casa abrazo solo sentía la peste del tabaco. Pero la menta estaba ahí, o eso quería creer. Cada vez que llegabas con galletas o emocionado por tus clases, cuando me besabas hasta no poder respirar o gritabas mi nombre extasiado, la menta estaba ahí, pero la menta lentamente se esfumó y no nos dimos ni cuenta. Deje los antidepresivos y te dejé a ti.

No niego que me dolió, no era ni un mes desde que lo dejamos cuando te vi con ella, alta castaña y morena paseando de tu mano tal y como lo hacías conmigo. Pero ella no te conoce, ella no sabe que hueles a menta, de seguro a ella no le importan esas cosas y no lo atesora como yo lo hago. ¿Tan solo yo creo que fuimos algo especial? Parece que esos 8 años no fueron nada en tu memoria. Te extrañé, te extrañé tanto que por todo un año me bañé en todo aquello que me recordaba a nosotros. Caramelo, sudor, antidepresivos. cigarrillos, vodka y menta. Me bañé en sangre.

Quería que te doliera tanto como a
mi me dolió, quería que sufrieras el perderme como yo sufrí el perderte. Y mi fantasía era desangrarme frente al sonido de un mensaje tuyo y cerrar para siempre mis ojos ante tu preocupación. Pero lo que tiene la vida es que es cómica, y no solo no me llamaste y contactaste, pero desperté al día siguiente, claramente vivo y claramente herido. Entonces decidí dejarte, dejar todas las tonterías ya mencionadas, dejar de pensarte y dejar de soñar en ti.

Encontré una novia, y descubrí lo que era la felicidad, aquella de la cual me alejé hace tanto tiempo, tanto que me cuesta recordar. Y finalmente se fue ese olor a menta. que aunque es dulce, quema. No me di cuenta cuanto tiempo había pasado, nos encontramos un par de veces, bodas, funerales. reuniones. baby showers. Ya no dolía como antes y creí lograr superarte. Hasta llegó por el correo esa invitación de bodas ¿Como osabas superarlo así? ¿Acaso no era el único con quien veías ese futuro? Habían pasado 4 años desde aquella despedida, y todo lo que construí desapareció al leer "Señor y Señora Ackerman"

Estabas como siempre. ese cabello negro que caía sobre tus ojos grises y apagados junto a esas finas cejas que aunque calmadas expresaban todo aquello que tu alma gritaba. Esta vez en un fino traje hecho a medida, con la misma castaña que años antes traías de la mano, esta vez en un vestido de novia. Estaba realmente calmado para haber llorado toda la noche anterior, tomé tu mano nuevamente para felicitarte y en ella ya no había menta, caramelo o tabaco, sino limpiador, rosas y limón. Entonces supe que ya no eras mío y yo ya no era tuyo. Tu olías a limón y yo olía a menta.

Menta / Eruri oneshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora