¡Oh, Miércoles! [ Douxie ]

Capítulo 3 - Milanesa

Millie

Millie

¡Millie!

El grito de alguien llamándome hace que casi dejé caer mi celular al suelo.

Tratando de entender qué está pasando voltee a mi alrededor solo para ver como Steve apuntaba con una cara de miedo al sartén del cual estaba saliendo un leve olor a quemado

−Mierda −avente el celular a la encimera, apague la lumbre y me acerque a sacar las papas fritas que milagrosamente solo unas estaban quemadas, mientras que las demás solo estaban un poco más doradas de lo habitual, las pase a un escurridor y las deje para que se enfriaran.

−Últimamente has estado muy distraída pegada a tu celular mandando mensajes −se cruzó de hombros−, y eso es muy raro−.

−¿De qué hablas? −voltee a verlo a los ojos tratando de actuar confundida−. Por cierto, hazme el favor de poner la mesa −dije haciendo moviendo vago con la mano en dirección a la mesa del comedor.

−¡Oye! soy el menor, pero eso no me hace más tonto −reprocho poniendo los cubiertos en la mesa−. Cada vez que me acerco a ver qué haces automáticamente apagas tu celular−.

−¿Y tú qué haces intentando ver lo que hago?− lo regañe, viéndolo severamente−. Sabes que puedo decirle a tu mamá que te estás comportando mal ¿verdad? − pude ver la expresión de miedo perfectamente plasmada en su cara. Me reí internamente, lo tenía contra las cuerdas.

La tensión que se creó en el ambiente cesó cuando el sonido de una notificación se escuchó en toda la cocina, y antes de que me diera cuenta, ambos estábamos peleando para tomar el celular; casi pude ver en cámara lenta como él tomaba mi teléfono para alzarlo lo más alto posible. Odio lo malditamente alto que creció, no debí obligarlo a comer todas sus verduras mientras lo cuidaba.

−¿Quién es Douxie? − exclamó divertido mientras yo trepaba por su espalda.

−¡Nadie, solo un amigo! −estire mi brazo lo más posible para arrebatarle mi cel.; casi lo iba a lograr hasta que él se inclinó hacia atrás obligando a que me sostenga de su cuello para no caer. El tonto aprovecho para ir a sentarse al sofá aún conmigo en su espalda, inmovilizándome.

−Ay ajá, tiene un corazón al lado de su nombre, a mí solo me tienes agendado con mi nombre −me miró con una cara de indignación demasiado dramática−. Porque no me dijiste que te gusta alguien, aunque ya lo estaba sospechando −murmuró entre dientes lo último, dejando salir una risita que en verdad me hizo querer golpearlo−. Es más, porque ni siquiera me hablaste de este chico, soy tu hermano no oficial favorito −.

El tono de su voz me hizo sentirme profundamente mal, Steve ha sido durante casi toda mi vida mi único amigo y confidente, el hermano menor que siempre quise, aunque parezca un poco tonto y torpe, y lo es, nunca me ha fallado o dicho ninguno de los secretos que le he confiado.

−Te diré todo, pero porfa quítate −le di unas palmadas en el hombro para que se apresurara, cuando se levantó por fin pude respirar con normalidad.

Me levanté en dirección a la cocina para comenzar a servir la comida.

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−Te quedó muy buena la milanesa −Steve volvió a tomar otro bocado grande, parecía un hámster por sus mejillas llenas.

−Mi dios, te he dicho que comas más despacio −dije sirviendo un poco más de agua por si se llegaba a ahogar−. Y ahora que lo pienso, no te debí de hacer nada −lo miré seriamente, recordando como en la mañana él había vuelto a molestar a Jim Lake, a pesar de que Steve siempre le ha tenido un cierto desagrado, molestarlo justo el día que volvía por una baja médica es un poco muy bajo. Aunque en definitiva lo que le hizo actuar de forma tan patán en esta ocasión fueron sus celos por ver a Eli abrazando de forma tan insistente a Lake−. Te he dicho muchas veces que debes ser más amable con Pepperjack si quieres que él se fije en ti, molestar al chico que te gusta es el truco más viejo del libro, y como esto no es una novela romántica, no te va a funcionar−.