S. A. D

Última vez

-¿A dónde vamos? - pregunta mientras cambia de carril.

-Desvíate por la Sadovaya ul. - digo mientras me concentro en la carretera.

-Déjate de excusas y dime si vas a matar a alguien.

-¡NO! - mi voz trato de hacer con un tono de incredulidad - recuerda que prometí que no lo volvería a hacer.

-Estas drogada y alcoholizada, además vamos por un camino muy raro - exhala profundamente - no sería la primera vez que rompes una promesa; te conozco.

-Ahí es - dije señalando hacia la gran casa en la penumbra, cubierta de nieve, la reconozco a pesar de la niebla, sobre todo es un lugar donde las casas son muy pocas.

Detiene el auto, trato de abrir la puerta y el cerrojo esta aun puesto.

-¡¿Oye, que te pasa?! - trato de abrir, pero no la abrirá. Tengo que mentirle - ¿acaso no confías en mí?

En ese momento me mira fijamente y creo que puede haber estado mirando a través de mí, como lo ha hecho siempre de una manera tan extraña y a la vez maravillosa.

-¿Quieres que te responda enserio? - hizo una mueca.

-Pues deberías confiar, ya he "Cambiado".

Me sonríe tímidamente y sujeta mi cara para acercarla a la suya - ¿Qué vas a hacer Scarlett?

-Voy a entregar esto - saco de mi abrigo el paquete con las pastillas.

-Te acompaño - se comienza quitar el cinturón.

-No - muerdo el interior de mi mejilla - no hace falta solo paso tantito a la casa, entrego esto y nos vamos a donde tú quieras - le guiño el ojo y lo beso desesperadamente, con esa fogosidad que me produce como si siempre fuera la primera vez.

-Está bien - dijo no muy convencido y abre el cerrojo.

Entonces yo abro la puerta de la camioneta, la tibia calefacción ya no está presente en mi cuerpo, solo está el maldito frio acompañándome y calándome los huesos. Avanzo lenta y torpemente a la casa, el camino hacia la casa no ha sido despejado, lo que supone que no ha salido durante días, trato de no hacer tanto ruidos, se ven varias luces encendidas, la de la cocina y una habitación de la segunda planta. Sigo avanzando, piso el umbral. Y miro hacia el coche. Que tiene los vidrios empañados, no se mira hacia adentro porque están polarizados, de todas maneras, lanzo un beso, aunque sea dedicado al aire.

Toco la puerta tres veces antes de que un chico de piel demasiado amarilla para considerarse sana, alto, muy delgado y de corte de pelo estilo militar abriera.

-¿Quién eres? - dijo desanimado.

-¿Acaso importa?, solo déjame pasar - entro y cierro la puerta atrás de mi.

Observo el lugar una casa muy digna, con pisos y paredes de madera muy linda, su decoración consistía en muchas fotografías colgadas en las paredes y sobre la mesita de estar, dos mujeres; una mayor con pelo canoso y arrugas prominentes, podría ser su madre; y una chica muy linda, tal vez su hermana, aunque no tenían ningún perecido.

-Bueno, ¿Quién te dijo sobre mí? , ¿a qué viniste? - avanzo hacia la sala y se queda como estatua a un costado de un sofá individual justo frente a mí a creo cuatro metros de distancia.

-Solo vine a entregarte esto - saco el sobre de las pastillas de mi abrigo - de aquí no me voy hasta que las tomes.

-¡¿Qué?! ¿Estás loca? Si tomo eso - se le fue apagando la voz - moriré - fue una palabra inaudible, solo supe lo que dijo por la pronunciación en sus labios.

-Exactamente. ¿Qué esperas? Entre más pronto mejor - le vuelvo a ofrecer el sobre - mira tengo una cita, y de aquí no me voy sin antes cerciorar que ya no respiras...¿de acuerdo?

-¡Yo no pienso tomar eso! - su voz se hace un chillido, su rostro muestra pánico, va retrocediendo poco a poco, mientras yo camino hacia el - ¡Yo no he hecho nada! , ¡Yo no hice nada! - le comenzaron a salir lagrimas.

-Yo no sé que hayas hecho...

-¡No hice nada! - me eleva la voz desesperado.

-¡A mí no me importa.... ¿entiendes? - me comienzo a irritar yo también, ansío que esto termine para irme de una vez - toma esto o te disparo, decide.