-Buenas tardes París-. Me dice la rectora dirigiéndose a mi.
Yo me quedo en silencio.
-Buenas tardes-. Dice mi madre.
Tienen una larga charla sobre mi historia académica y personal. Yo las ignoro limitandome a saber el tema del que hablan.
Cuando mi mamá dice la ultima palabra empiezo a hacer el examen de admisión. Mis calificaciones son buenas, estoy acostumbrada a ello.
Cuando regresamos a casa no dudo en salir corriendo hacia mi ventana, esta vez sin la taza de café en mis manos.
El tiempo pasa tan lento y a la vez tan rápido que parece una ilusión.
Pensé que nunca me volvería a enamorar, pero lo vi a el. Estaba sentado esperando algo. Es indescriptible lo que sentí tras verlo. Y, llego ella. Era bonita, hermosa diría yo, todo lo contrario a mi; llevaba falda y escote, en el cabello un moño rojo. El la miraba exactamente como ella lo miraba a el, no había duda de que estaban enamorados, y eso me dolía; aunque no lo conociese me dolía cono si ya tuviera una larga historia de amor que contar en la que los protagonistas eramos el y yo. Pero el amor duele, duele como tragarse las lágrimas para evitar preguntas y comentarios, malditas personas.
Si. Lo admito, me volví a enamorar, y si, fue a primera vista. Es tan mágico y a la vez tan real que no se si creerlo o hecharlo al cajón de ilusiones.
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Tras el cristal.
RomansaPara siempre es un largo tiempo, pero no me importaría pasarlo a su lado.