Lo siento

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Ese día el cielo estaba tan oscuro por las nubes de tormenta que se preocupaba de que, al igual que los cimientos primordiales de su vida los cimientos primordiales del mundo se hubieran arruinado y desde que había decidido sacar bruscamente a Emi de su vida el resto del universo se hubiera alterado irremediablemente y ahora el día se unia con la noche. Podría estar siendo catastrófico, quién sabe, de igual manera la preocupación no duró demasiado. Ahora, estaba muy sorprendido para ponerse a derrochar tiempo pensando en el clima.

Parpadeó, asegurándose de que la visión fuera real, Emi apareció en su puerta en medio de una tempestad, con la ropa empapada y la cara distorsionada en una mueca de dolor.

Había quedado estático en la puerta, asegurándose que no fuera un sueño.

—¡Em! ¿Pero qué demonios...?

Ella se arrojó a sus brazos antes de darle tiempo de jurar, su cuerpo sacudiéndose víctima de los espasmos: por el frio y el llanto.

Llanto.

Emi la Valiente, su Em inquebrantable quien no derramaba lágrimas ni por las heridas más brutales o los golpes más bajos estaba temblando como una asustada niña pequeña, derramando ríos de lagrimas que empapaban su sudadera.

Le gustaba esa sudadera.

Ella comenzó a hablar, un sonido roto y débil como la última nota de una canción o el sonido del cristal agrietarse.

—No sé qué sucedió, no sé si fue por el escándalo de la gala... O algo más que hice o que dije, he pensado y repasado  desde... que nací ¿Okay? ¡Pero no lo entiendo!

Taishiro no sabía qué demonios estaba pasando pero ella estaba demasiado cerca, había mantenido un total control de cómo se sentía con Emi a su alrededor, tocándolo, pero ahora, en la oscuridad de la noche y sin nadie alrededor estaba indefenso.

¿A quién engañaba? Con Emi siempre estaba indefenso.

—Me he estado volviendo loca pensándolo, has estado evitando verme ¿Verdad?... Taishi... —Ella levantó la vista, tenía la nariz tan enrojecida como los ojos, su labio temblaba y por un horrible momento de debilidad pensó que Shota no existía y la besaría allí mismo— ¿Por qué ya no quieres verme? ¿Que hice mal?

Eso lo desequilibró.

La heroína no había hecho nada, nada además de conquistar su corazón, secuestrarlo y negarse a dejarlo libre. Ella tan pronto como pudo al finalizar esa llamada, corrió bajo la lluvia torrencial por la ciudad porque él había sido cruel, era buena, noble y generosa, y no merecía esto.

Él le mentía, cada segundo que no le decía que la amaba.

Era un mentiroso.

Él era quién hacia las cosas mal.

—¿Es por todo el escándalo de la gala no es así? ¿Fue porque te avergoncé delante de las cámaras? –Él apretó sus manos. No era culpa de ella, nunca lo había sido, fue de Taishiro por no ser honesto, por enamorarse— Si fue por eso puedes decirme, sé que tienes una imagen que te ha costado  trabajo y si no querías que te relacionaran con el papel que presento a las cámaras pudiste decirme, es más  que perfectamente razonable. Nunca hubiera hecho esa broma si eso te perjudicaba...

Silencio.

—Tai si te herido de alguna otra manera merezco esto, siempre has estado a mi lado, desde que tengo uso de razón... Más que mi amigo eres una pieza de mí. Solo dime si te he hecho algo malo, sé que si fuera así me lo dirías.

La daga en su corazón se estrujó furiosamente, cortando carne, músculo y alma a su paso. Esta era Emi, la Em que él conocía, la que tenía más fe en él que él mismo.

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