Emboscada

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─ ¡Khaled! ─Isbelle me gritó angustiada al mismo tiempo que me lanzaba al piso y me cubría con su cuerpo.

─Por Dios, ¿estás bien? ─le pregunté alarmado, viendo la sangre que salía de su brazo.

─Sí ─dijo tratando de sonar convincente, pero la mueca que se le escapó me dijo todo lo contrario.

─Mierda, Is ─exclamé.

─No te preocupes por mí, necesitamos salir de aquí.

─ ¿Qué está pasando? ─dije tratando de ver alrededor, pero lo único que veía era gente corriendo de un lado para otro, y balas llenando toda la estancia.

─Emboscada.

─Mierda.

─Sí, reverenda mierda, ahora debemos irnos ─ella se arrodilló y me animó a que hiciera lo mismo.

─ ¡Espera! ─le dije al darme cuenta de que ya no tenía la caja.

─ ¡Qué estás haciendo! ─ gritó detrás de mí.

─Trato de encontrar la caja, se me debió caer en el impacto ─estaba arrastrándome por el piso, buscándola desesperado.

─ ¡Maldito, idiota! ─gruñó furiosa─ ¡Necesitamos salir de aquí porque los rebeldes invadieron la casa de campo para matarte y tú estás preocupado por recuperar una puta caja! ─sacó una pistola desde un cinturón amarrado en su pierna oculto por su vestido y le disparó a alguien cerca de nosotros ─. ¿Lo ves? ─se puso en una posición protectora, refunfuñando.

─Es importante ─traté de hacerla entender.

─ ¡Maldita sea! ─ella le disparó a alguien más, y luego una vez más a otro que tenía las mismas intenciones de acabar con mi vida─. ¡El teatro acabó! ─gritó exasperada─. ¡Ya no tienes que fingir que me pedirás matrimonio porque todo el mundo se dio cuenta de que en realidad soy mucho más!

─Sí, lo eres ─susurré al mismo tiempo que alcanzaba a ver la caja milagrosamente intacta y la agarré de inmediato ─. La tengo ─sonreí lleno de satisfacción y la guardé a salvo en el bolsillo de mi pantalón antes de escuchar un gemido─. ¿Isbelle? ─regresé a verla con preocupación.

─Estoy bien ─dijo sosteniéndose un costado─. Sólo fue un roce. ¡Cuidado! ─me agaché por instinto y ella le disparó a alguien detrás de mí.

─De acuerdo, tenemos que salir de aquí ─le dije.

─Eso fue lo que... ─negó con la cabeza─. Olvídalo ─dijo rodando los ojos─. Vámonos ─agarró mi mano y empezamos a correr a la vez que ella se aseguraba de que yo llegara a salvo hasta la vía de escape que llevaba al tejado.

─ ¿Crees que haya rebeldes esperándonos allí? ─pregunté mientras la ayudaba a subir las escaleras, todo el esfuerzo físico combinado con sus heridas le estaban pasando factura.

─Cuenta con ello ─sus labios se levantaron en una sonrisa torcida que yo no pude evitar devolver a pesar de lo grave de la situación.

Unos minutos después finalmente llegamos hasta el último peldaño y ella regresó a mirarme fijamente ─ ¿Estás listo? ─me preguntó.

─Nací listo.

─Será mejor que tengas esto ─sacó una pistola del cinturón de su otra pierna y me la entregó─. Se va a poner feo.

Y mierda, por más que lo anticipé, fue aterrador ver al menos treinta rebeldes, entre hombres y mujeres, esperando por mi cabeza.

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