Hora Cero

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─ ¡Auch! ─me quejé mientras Isbelle metía la aguja en mi piel y pasaba el hilo para cerrar la herida de mi hombro.

─Estarás bien ─me dijo, dándole una palmada a mi pecho. Creo que estaba disfrutando el hecho de tenerme sin camisa.

─Ya estoy bien ─le dije peinando detrás de su oreja un mechón que se había soltado de su peinado. Tan cerca que sólo tenía que inclinarme y mis labios se encontrarían con los suyos.

─Listo ─cortó el hilo y se alejó con las mejillas sonrojadas.

¡Ella lo sentía!, sentía esa electricidad cada vez que estábamos cerca del otro.

─Déjame ─le dije cuando la vi tratando de coserse ella misma la herida de su brazo.

─Está bien, puedo hacerlo yo sola.

─De ninguna manera, tú ya te encargaste de mí, ahora déjame encargarme de ti ─tomé los implementos de sus manos y me encargué de su herida.

─Gracias ─me dijo con una sonrisa en cuanto terminé.

─De nada ─le devolví la sonrisa─. Ahora toca la de tu estómago.

─Oh, no ─negó con la cabeza─. De eso me encargaré cuando lleguemos al castillo.

─ ¿Por qué? ─inquirí con el ceño fruncido.

─Porque tendría que sacarme el vestido para tratar la herida como se debe y no lo voy a hacer aquí.

─ ¿Te avergüenza que te vea en ropa interior? ─le pregunté tratando de ocultar mi diversión.

─Simplemente siento que no es apropiado.

─Is... ─la miré con ternura. Toda la gente creía que ella y yo teníamos una ardua vida sexual, cuando en realidad lo más lejos a lo que habíamos llegado son los besos que debíamos darnos en público para guardar las apariencias, así que entendía lo raro e incómodo que esto debía ser para ella─. Si quieres puedes ponerte mi camisa encima y no sacarte totalmente el vestido para que así cubra la parte de abajo.

─No lo sé ─mordió su labio inferior.

─Toma ─le pasé mi camisa─. Prometo no mirar.

─Bien ─me dio la espalda y comenzó a deslizar el cierre de su vestido hacia abajo y aunque lo prometí, lo hice con los dedos cruzados. Era imposible no verla.

Ella era como un monumento y más ahora, con su cabello rubio recogido en un peinado con ondas; quizás un poco despeinado después de toda la acción, pero seguía luciendo bien en ella. Y en cuanto bajó su vestido hasta su cintura, pude ver la parte trasera de su brassier negro, pero lo que realmente hizo que se me acelerará el corazón, era toda la piel expuesta que mostraba y no podía dejar de pensar en como luciría de frente. En realidad sabia como lo haría, la había visto en traje de baño y tuve que contenerme para no estirar mis manos y comenzar a tocarla como realmente quería.

Isbelle metió los brazos en mi camisa y luego comenzó a abotonarla. Sólo la parte que cubriría sus pechos.

─ ¿Ya? ─pregunté casualmente.

─Sí ─ella se giró y abrió mucho sus ojos al darse cuenta de que le había estado observando.

─ ¡Khaled! ─me regañó.

─ ¿Qué? ─le dije con fungida inicencia─. No pude evitarlo. Eres hermosa y sexy, muy muy sexy ─levanté mis cejas y le lancé un guiño.

─ ¡Oh, Cállate! ─me dio un golpe en el brazo que no estaba herido, porque nos llamábamos sexy el uno al otro en modo de broma todo el tiempo, pero noté su sonrojo y sabía que mis palabras la afectaban de cierta manera, como siempre lo hacían─. Hazlo de una vez.

Una vez que terminé con su herida, mis dedos siguieron deslizándose por su estómago. Tomándose su tiempo repasar sus abdominales.

─Khaled ─murmuró con la voz ronca y los ojos cerrados.

Así que mi toque también la afectaba, interesante.

─ ¿Hubieses dicho que sí?─solté sin pensarlo.

─ ¿Qué? ─ abrió sus ojos, mirándome confundida.

─Sí te hubiese pedido que te casaras conmigo en la fiesta, ¿hubieses dicho que sí?

─Por supuesto. Todo el mundo esperaba eso, tenía que seguir mi papel.

Hice una mueca.

─Ya no tenemos que seguirlo ─le dije─. Ya no tenemos que fingir que somos novios.

─No, ya no ─dijo con un toque de nostalgia.

Más interesante aún.

─No ─reafirmé─. Ahora podemos hacerlo real.

─ ¿Qué?

─Cuando regresemos al castillo y nos pongamos a salvo, quisiera que salieras conmigo en una cita real.

─ ¿Por qué?

Mis manos se trasladaron hasta su cara.

─Porque me gustas.

Ella se estremeció.

─La reina...

Puse mi dedo índice sobre sus labios.

─Se hará a la idea.

Ella pareció considerarlo por unos segundos, pero no importaba cuanto se tomara, yo sabía que ella sentía lo mismo por mí.

Y estoy seguro de que no será fácil, pero lo resolveremos, juntos.

─De acuerdo ─dijo con una sonrisa.

─Bien.

─Este es el momento en el que me besas, ¿o?

Me río.

─Este es el momento de que nuestra historia comience ─la besé.

FIN.

Contra RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora