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5 meses atrás.

—Detén el elevador.— gritó una voz, espantándome pero haciéndome reaccionar inmediatamente metiendo mi mano antes de que la puerta se cerrara por completo. Cuando se abrió la puerta estaba ella, un poco desalineada, sus mejillas sonrojadas seguramente por haber corrido, pero con una de las sonrisas más lindas que he visto en mi vida.

—Gracias.— habló apenas audible con su dulce voz agitada mientras hacia una leve reverencia antes de adentrarse y posarse a un costado mío, la había visto un par de veces, en ese mismo elevador o a la salida del edificio. —¿Me veo muy mal?— preguntó de repente haciéndome salir de mis pensamientos y asentí, aunque rápido negué al momento que capté lo que había preguntado.

—Un poco despeinada solamente.— le respondí con una sonrisa y me atreví a llevar mi mano derecha a su cabello, donde un mechón estaba para el lado contrario. Seguro se había atrasado para algo importante. —Lista.— le dije con una sonrisa y ella solo asintió.

—Han Soo-min.— se presentó levantando una de sus manos la cual tomé al instante.

—Jeon Jungkook.— respondí con una sonrisa y sonó el elevador, señalando mi piso. —Fue un gusto.— fue lo último que dije junto con una pequeña reverencia antes de salir del elevador y dirigirme hasta mi oficina.

Ese había sido el primer encuentro, donde después de eso comenzábamos a concurrir más en el elevador, nos veíamos en la azotea en los descansos o en la noche al salir. Simples "buenos días" "buenas noches" "¿qué tal?" eran las únicas palabras que salían de nuestros labios cuando nos encontrábamos, y en mi mente las ilusiones comenzaban a crecer.

Han Soo-min no era una persona extravagante, tenía una sencillez muy delicada y su belleza era sencilla pero única, podía decir que elegante pero confortable, de esas personas que emanan confianza y un aura brillante, y eso me hacía tenerla en mi mente día a día.

Se puede resumir a que tuve un flechazo instantáneo y lo reconozco, por lo cual me atreví luego de un mes de solo saludarnos, invitarle al bar cercano luego de una larga jornada de trabajo. Aceptó, con su gran sonrisa y fuimos caminando por las calles mientras al fin teníamos nuestra primera platica formal sobre como estuvo nuestra jornada laboral.

Llegamos al bar y nos sentamos en la barra, donde sin darnos cuenta comenzamos a beber y hablar de cosas aleatorias, desde algunas cosas de familia, compañeros de trabajo, gustos musicales, películas, hasta que llegamos a esa pregunta que moría por hacer, quería saber si la bella Soo-min tenía pareja.

Negó, negué y luego de eso fue como si un switch cambiara, ya no era la sencilla mujer que veía en el edificio, tal vez fue el alcohol pero una tensión comenzaba a crecer entre nosotros. Comenzó a ser más atrevida, tocaba mis brazos, pecho y mi pierna algunas veces mientras hablaba, su mirada se sentía un poco más pesada.

—¿Bailamos?— preguntó. En el bar había una pista de baile donde ya se encontraban varias personas bailando, nos dirigimos ahí y llegamos esquivando a unas cuantas. Se colocó frente a mí, ambos bailábamos al ritmo de la canción pero poco a poco nuestros cuerpos se iban acercando más terminando con mis manos sus caderas dirigiendo sus movimientos contra mi cuerpo donde no duró más que un pequeño momento antes de girarse y seguir bailando. Su cuerpo se pegaba contra el mío y yo escondía mi rostro entre su cuello y su hombro, atreviéndome a dejar un par de besos delicados en su piel.

Me sentía en las nubes, no sabía si aquel atrevimiento era parte del alcohol y si así era ella realmente, cualquiera de las dos no parecían tan mal. Este comportamiento tampoco era común en mí, pero ella lo sacaba, me era casi imposible resistirme ante los cosquilleos que recorrían mi anatomía al tenerla cerca.

—Creo que deberíamos irnos.— habló e inmediatamente reaccioné, alejándome de ella asintiendo con mi cabeza, tal vez le había molestado tanto atrevimiento de mi parte, así que tomé su mano para comenzar a caminar a donde habíamos estado las horas anteriores.

Pagué, tomamos nuestras pertenencias y salimos, ¿qué seguía? Honestamente sentía un poco de vergüenza y sentía mi rostro colorado, aunque podía ser por el soju que llevaba en mi sistema.

—Mi casa queda por allá.— señaló el lado izquierdo, contrario a donde yo tenía que ir y asentí. Iba a despedirme pero me interrumpió con una invitación que no esperaba en absoluto.—¿Vamos?—

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