Ella merece quedarse en este mundo. Un cruel mundo en el que no todos son dignos de existir y a su vez, un mundo en el que con el aire todos se mezclan hasta desaparecer, tarde o temprano, bueno o malo, presidente o ciudadano.
Y aún más importante, diferente a muchos otros, ella quiere quedarse. Aun si es un árbol que ya ha dado frutos y sus hojas poco a poco se secan. Ella lo observa y lo desprecia, pues el tiempo cree traicionero, mientras peina y pega sus hojas con impaciencia, ellas caen de nuevo.
Ojalá te quedarás en vez de mi, así de sentimental soy y si pudiera duplicaría tu edad y me daría partida, pero no puedo e impotente lloro. Lloro aunque sé que todos partiremos, lloro aún si nada puedo hacer más que observar este ciclo vital que algún día me dará partida a mi también, tarde o temprano, bueno o malo, presidente o ciudadano.
Y le ruego a Dios, no por mi, sino por ti, por si a caso; para que sea lo que te vayas encontrar después de tu ascenso al día final, te vaya bien y sonrías de nuevo algún vez, acordándote o no de mi, pues yo siempre te tendré presente y en mi corazón tu memoria quedará plasmada por los siglos de los siglos.