Capitulo 3

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Segundo día en la Apocalipsis con Luke, me despierto temprano mientras él sigue durmiendo para inspeccionar y familiarizarme un poco con la cueva.
Me levanto de la "cama", mejor dicho unas cuantas mantas sobre el suelo duro de roca; a unos dos metros se encuentra Luke. Tiene la cara hacia mi lado y está hecho un ovillo, parece tan angelical y está tan adorable...
Me lavo un poco la cara en el agua del manantial subterráneo que hay a unos 20 metros a la derecha de la hoguera, del cajón de madera que me enseñó Luke la noche anterior saco una de sus camisas limpias y unos pantalones que me llegan hasta las rodillas. No me doy cuenta hasta que me lo quito de que sigo llevando el vestido blanco de mi fiesta de cumpleaños, ese que mi madre tanto apreciaba. Tiene una macha carmín ya seca, al verlo me recuerda a mi madre... Su pálida cara y sus ojos hinchados se graban en mi mente y se me escapa un sollozo. Antes de empezar con el llanto me sumerjo bajo el agua limpia y fresca.
Estoy a unos cinco metros del borde de roca y saco la cabeza del agua para coger aire, en ese momento oigo unos pasos que se acercan; tardo unos segundos en darme cuenta de que es Luke. Se acerca al manantial sin todavía haberme visto y sumerge la cabeza para despertarse de su sueño.
Me pongo nerviosa:
- ¡Oye! ¿Puedes esperar un ratito a que salga yo?
- ¡¿Qué?! Ah sí perdona... No era mi intención de verdad, no sabía que estabas aquí... -se levanta enseguida y se da la vuelta, alcanzo a ver cómo  se le sonrojan las mejillas y se le dibuja una sonrisa en la cara.
- ¡Quita esa mueca de la cara y vete por el otro lado!
Se empieza a reír y se marcha hacia la hoguera.
Me siento frustrada, segundo día que nos conocemos y me ve casi desnuda... Qué vergüenza dios.
Me pongo la ropa de recambio, la camisa me queda muy grande por lo que me la remango hasta los codos (sigue estando muy grande), los pantalones me quedan bien hasta las rodillas.
Después de un rato, viene Luke y se comporta como si nada de lo anterior hubiese ocurrido.
- Te queda bien la ropa. A mi estilo- lo último lo dice guiñándome el ojo. Me sonrojo y digo sarcásticamente:
- No es lo que hubiera elegido pero bueno...
Intento acabar la conversación para ponerme a lavar el vestido blanco de mi madre, lo único que me queda de ella.
Cuando acabo, Luke se me acerca y me cuenta lo que va a ser nuestro plan de lograr que toda esa Apocalipsis acabe.
- Primero, he pensado en ir al laboratorio de mi padre y ver en lo que estaban trabajando. -asiento con la cabeza- una vez allí, intentaremos librarnos de esas abominables criaturas con unas armas que tengo escondidas. ¿Has disparado alguna vez una pistola?
- ¿Valen qué sean de pintura? -pregunto sarcásticamente.
Me mira con cara de ¿tú eres retrasada?
- ¿Qué? Intento ser optimista, señor aburrido. -le hago una pedorreta con la lengua. Al final se ríe. Cuando sonríe se le notan los dientes, tan blancos, tan perfectos, ¿cómo pueden estar así sin cepillo de dientes? Me quedo mirándolo mientras sigue con su risa hasta que me ve y para de reír. Nos quedamos fijos, lo único que se oye es el sonido de las aguas subterráneas y la leña quemándose en la hoguera. Luke se acerca, su cara está cada vez más cerca de la mía, nuestros labios están a pocos centímetros que casi se rozan, cuatro centímetros, tres, dos...
Nuestro beso se interrumpe con un chasquido en el techo, trozos pequeños de estalactitas caen al suelo y yo intento protegerme la cabeza con las manos tapándome. Luke reacciona enseguida y me coge de la mano para llevarme hasta la hoguera.
- Esto ocurre bastante a menudo, no sé lo que es pero estamos a salvo.
Genial, justo en el momento tan romántico ocurre esa barbaridad.
- Bueno, lo que te decía, no valen balas de pintura, sino armas de fuego. Si no sabes yo te enseño, aprendí con mi padre en su cuartel.
Se acerca a un cajón de la cocina y saca dos pistolas. Me pasa la pequeña.

Apocalipsis finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora