BabeL

Nemrod

"Un Ángel nunca podrá derrotar a un Dios"

-Acabo de escuchar esas palabras pero... siento que hubieran pasado años desde entonces.- pensó More- Como si hubiera cruzado cuatro veces el mundo... eso es una tontería, nadie podría hacer eso... 

Rocas caían ciudades se destruían, una sociedad de cristal se terminó rompiendo y siendo dominada a causa de algo que aún es desconocido para nosotros

-Ni siquiera pude derrotar a un Dios, ¿No los ángeles podían igualar el poder de uno? Llevo siglos esperando este momento y no pude hacer nada, en serio que soy absurdo... ¿Morir con honor? La muerte es el final, independiente a cuanto luche uno, la muerte significa la derrota de uno, ¿Por qué debería seguir? ¿Qué es lo que me queda en este mundo? -Todo parecen ser minutos en la mente de More pero, en realidad, son unos pocos segundos- ¿Debería seguir? Estoy a punto de ser masacrado por un Dios, ¿No era Dios el que debía ayudarme en situaciones así? ¿Qué es lo que debo hacer?

Era claro, alguien insignificante nunca podría derrotar a un superior, alguien por debajo de la pirámide nunca podría derrocar al jefe. 

-¿Un réquiem? ¿Con qué propósito? Al final voy a morir de todos modos... Siento como si mi vida no hubiera valido la pena... todo por lo que luché, he sacrificado tantas cosas, perdí la vida de mis compañeros, los hice creer que había esperanza... todo para este momento... supongo que uno muere tal cual uno nace.

Siempre... -Fue la última palabra que pronunció More antes de ser aplastado por la mano divina, antes de que sus músculos, huesos, órganos y, básicamente, todo su cuerpo fuera convertido en una masa viscosa llena de sangre y restos humanos. 

Un réquiem por sus compañeros quizá, un grito desgarrador de arrepentimiento, gritos de tristeza, enojo, coraje, ninguna de las valquirias logró entender lo que había pasado, una pelea ocasionada por un carnicero terminó en el asesinato de una deidad y el inicio de un oscuro reinado de otra. ¿Cómo fue que pasó semejante atrocidad?

"Por favor, como esas eternas noches las que parecen no acabarse, por los días en los que te tomé de la mano y juntos prometimos el vivir coloradamente incluso con ambos parpados cerrados"

-Kenshi Yonezu (Eine Kleine)