Seishu

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Koko y él guardan con una mente de inocencia una amistad de poco tiempo, donde uno de los lados va lleno de interés.

Un acuerdo no dicho por ambas partes. Me das tu amistad y yo te dejo ver a mi hermana en su delantal prepararme la cena.

O es lo que la mirada de Inupi intenta decir cuando un Koko con las mejillas rojas y el ceño fruncido le observa con rabia desde su lugar cuando Akane entra en su habitación para acariciarle el cabello, darle un beso en la frente que Seishu se limpiara con asco y avisar que pueden ambos dejar lo que hacen para cenar juntos; así Koko olvida que Inupi ha usado el pegamento para unir sus manos entrelazadas, le ha tirado la basurilla del sacapuntas en la polera o que el mismo Inupi aún existe y sigue con obediencia los pasos de Akane cuando ella va ya en el marco de la puerta.

Silencioso acuerdo.

A Seishu poco le importa si Koko fantasea con su hermana. Él no dirá nada mientras las cosas no pasen a algo físico. Porque es el hombre de la casa y no permitirá que un vago como Koko sin futuro toque a su hermana con mala intención; perfectamente sabía que Koko estaba enamorado de ella, un tonto niño que se inventa una vida con su vecina cinco años mayor; verle perder la dignidad al darle el diente de león que se encontró en la orilla de la calle hizo saber a Inupi que algo como un toqueteo inapropiado estaba muy por perdido en la mente infantil de Koko.

Algo como esas cosas que Inupi veía cuando eran las tres de la mañana y Akane se ha dormido en el sofá con el televisor encendido.

Así unos segundos después sigue a ambos hasta la cocina, con paso perezoso hastiado de ver cómo su mejor amigo está intentado ayudar a Akane a poner la mesa, aun si no puede hablar y sus manos son gelatina.

—Eres tan amable —ella es linda, su rostro fino, largas pestañas doradas y su pequeña boca en carmín solo sabe escupir miel, a él le provoca asco ver a Koko babear por su sonrisa —Seishu tiene que aprender mucho de ti.

—Sí, porque lo único importante en la vida es poner unos platos en la mesa.

—No es nada, Akane-san, lo hago con gusto.

Rojo, Inupi puede describir a Koko con un color primario. Si fue violentamente ignorado por su supuesto amigo él pierde cuidado, se ha sentado en la mesa a un lado de Akane obligando al invitado a sentarse enfrente.

—Aun así, es importante la imagen que das fuera de casa —cuando se quedan en silencio es ella quien siempre tiene algo que decir. Koko de repente a perdido el sentido para hablar e Inupi nunca fue de muchas palabras —Siempre es agradable tener a Hajime-kun aquí para ayudar.

Dulce y asqueroso. Akane es el tipo de persona que no lastimaría a alguien con palabras, mucho menos con golpes; y sin embargo Inui piensa que justo ahora esta asesinando con violencia la cordura de Koko. Es la forma que tiene para sujetar los palillos con manos temblorosas y el cómo sonríe sin razón.

Es Seishu quien reacciona, observa directamente a Koko enfrente de Akane pero no le ha regresado la mirada. Ella sigue hablando de su día y Koko está atento a cada uno de sus gestos, su forma de mover las manos y la sonrisa fugaz que muestra los dientes se va cuando menciona que el perro de los vecinos ha tratado de morderle de nuevo.

Y puede ver que Koko se añadió un nuevo enemigo.

El escenario siempre es el mismo, sonrojos, bochornos, balbuceos y sonrisas. Comienza a volverse una rutina y eso no se oye bien; esta asqueado de tener que ver a el Koko que es capaz de golpear a un niño de grado mayor porque se han burlado de la chamarra rosa de Inupi, ser un cobarde que no puede decirle a Akane que la camiseta visiblemente más grande y masculina le queda bien.

—Oi, Akane. Hay una niña en mi clase.

Inui, quien la mayoría del tiempo guarda silencio con recelo mientras solo observa, ha llamado la atención de ambos. Akane le observa con intriga y sorpresa, atenta; Koko le mira con algo similar a la incertidumbre.

Espera a que alguno de los dos reaccione y comience a hablar para poder pensar en algo porque lo de justo ahora fue un acto impulsivo, mas no parece que vaya a suceder y tiene que improvisar. Resignado rueda lo ojos con cansancio.

—Es bonita y creo que le gusto —es despreocupado y no sabría decir desde cuándo las mentiras se le dan tan bien —No me lo ha dicho pero una de sus amigas dijo que babea por mí.

—Oh.

—Me pregunto, si es tan evidente que a ella le gusto ¿porqué no me lo dice? Tal vez me gusta también y no me he dado cuenta.

Cuando termina sus ojos, completamente azules solo pueden ver a Koko. Una discusión sin algún tipo de intercambio verbal, puede sentir como si el verde se clavara con vergüenza en su frente. Su riña sin palabras se detiene cuando Akane hace un ruido raro con la garganta.

—Puess, si buscas algún consejo creo que algunas personas son más tímidas que otras; a ti no te molesta hablar de tus problemas pero a cuánto que esa niña se avergüenza cada vez que la miras —la palidez en el rostro de la chica se pinta de un gracioso rojo, es la primera vez que Koko lo ve y mientras él siente que se enamora otra vez Inupi solo puede pensar que es el mismo rojo que vio la semana pasada cuando el auto negro se detuvo en la calle por su hermana. Esta gustosa de que su hermano le confíe estas cosas, o quizá rememora un primer amor. —Solo dale su tiempo, así tal vez tú también aclaras lo que sientes.

—¿Y qué hay si no siento nada? —pregunta, con la mirada puesta en lo ojos que son idénticos a los suyos, con fingida intriga sobre su falso amor. —¿Si lo confiesa y la rechazo cómo me vera de nuevo?

—En ese caso no debes sentirte mal. Nadie te obliga a sentir algo por alguien.

—Entonces ¿ella deberá entender que no me gusta?.

—Así es —son blancos dientes y mejillas que se alzan cuando le sonríe a su hermano —Habra alguien más para ella.

Koko esta siendo paciente con él, considerando que Akane está en la sala no saltara a morderle la garganta hasta verle morir desangrado. Así Inupi se considera el mejor amigo que existe, porque indirectamente está tratando el tema al que Koko se aferra, y mientras Akane siga pensando de forma suave y tierna acerca del enamoramiento de Kokonoi, no habrá problema.

—Gracias, Akane.

Labios partidos y párpados cerrados, Inui sonríe complacido e inconscientemente está obligando a Koko a girar la cabeza. No puede verle con claridad si piensa en sus parecidos.

Esta resuelto y espera que para Kokonoi todo fuese tan claro como le parece a él, mas una incógnita perdura y es que Inupi se pregunta si habrá alguien más para Koko.

Seishu | KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora