Parte Dos

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Es de mañana, la primera hora en clase y sus párpados pesan del sueño. Ausente en el verde que observa su cuaderno con vergüenza, Koko escribe vagamente el nombre de Akane en trazos mal planeados y deformes mientras la mirada azul de Inupi se clava en su nuca.

El cabello oscuro cae con gracia sobre su frente y él, observando su perfil se pierde en los lindos ojos rasgados. Koko es bonito; Seishu soporta sus charlas interminables sobre su misma hermana porque su voz es graciosa, y se humilla a contarle el cómo ha amanecido, más bonita o lo normal porque le gusta el rosa en sus mejillas. Koko siempre atina a más bonita.

Él es su amigo antes que la cosa extraña que Koko quiere ser con Akane.

El pequeño Seishu Inui de diez años se convence a sí mismo de que Koko va perdiendo en la tonta competencia de la vida; porque ya ha perdido su sentido de libertad al enamorarse de Akane. Él no sabe mucho de eso pero está seguro de que un niño como él o Kokonoi no puede enamorarse de verdad; lo mismo pasa con las falsas niñas bonitas que dejan cartas anónimas en el casillero para sus zapatos o la mochila.

No es de verdad y no es para siempre.

Es asqueroso también, observarse en el espejo y descubrir que el parecido con su hermana mayor es absurdo, ridículo. Sus pestañas son más largas y las cejas más gruesas, sus labios están agrietados y secos y se pregunta si Koko querrá besarlo a él como a Akane. Significa tal vez que a Koko puede gustarle él también. Si Akane no puede quizá él sí.

Si Akane es bonita él igual.

Es la forma que Koko tiene para mirarle con indiferencia, jalar la manga de su suéter cuando se queda atrás y comportarse como Koko con él, duda y se confunde cuando en ocasiones sus ojos brillan al llamarle por su apellido, cuando pregunta si puede agregarle el san; toma su mano con delicadeza cuando estudian en la biblioteca una vez Akane se ha ido. En ocasiones siente que le odia y corresponde con brusquedad a sus arrebatos de sentimiento, pero Koko se ha dado cuenta el tacto es poco femenino y ni siquiera le ve al apartarse.

Su amistad no es preciada, Koko no es indispensable en su vida pero es su mejor amigo. Y lo quiere, de la misma retorcida manera en que Kokonoi lo quiere también. O tal vez se odian.

Quizá a Koko no le gusta ser su amigo.

Los ojos oscuros le observan cuando el azabache se ha cansado de ser acosado. E Inupi no se avergüenza de ser descubierto, la azul mirada sigue tan calmada como siempre y comparten así unos segundos, un Koko cabreado y confundido cuestiona la poca expresión en el Seishu cotidiano.

Es lindo, piensa Inupi.

El corazón esta haciendo un débil Bum-Bum en sus oídos y siente que una de sus manos comienza a sudar, pero Koko le esta viendo y se recarga despreocupado en la mesa. Cosquillas y ganas de vomitar.

—¿Vienes a casa hoy?.

&

Inupi abre la puerta con su propia llave y deja pasar a Koko primero. Las risas de uno de los niños ya esta golpeando las paredes silenciosas y es por cosas como esa que Inupi adora que Koko le visite. Cuando esta en casa no son solo Akane, él y la sombra de unos padres ausentes, se suma el ruido que acompaña la presencia agradable de su amigo hablando de todo y nada a la vez. Él, como de costumbre se asegura de escuchar en silencio lo suficientemente atento como para memorizar cada una de las veces que suspira entre palabras.

Seishu | KokonuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora