Enamorado parte 1

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[5]

Wei Ying lo entendió todo el tiempo. Su madre, Cangse Sanren, siempre había sido apasionada a la hora de demostrar amor, de expresar su amor a su único hijo. Estaba acostumbrado a sentir los besos cuando se despertaba, cuando estaba despierto, antes de dormir, cuando estaba dormido. Y Cangse Sanren siempre se había asegurado de darle un beso cuando hacía algo bien o también cuando hacía algo bueno.

Los besos eran a menudo muy suaves, muy delicados, cayendo en su frente o en su mejilla. A veces, en sus extremidades, donde se hería, cuando se lastimaba jugando, o luchando con niños de su misma edad.

Wei Ying recordaba cómo se sentían los besos en su piel. La forma en que los labios de su madre rozaban su piel suave y lisa, con ternura, con destreza, como si fueran alas de mariposa que le hicieran cosquillas, pero lo suficiente como para que Wei Ying sintiera el calor de su piel, y sintiera lo viva y cercana que estaba a él.

De vez en cuando, Wei Ying también besaba a su madre. Le besaba la mejilla, la palma de la mano, pero cuando quería besarle los labios, Cangse Sanren se reía alegremente, negando con la cabeza. Luego, tomaba las pequeñas manos de su hijo entre las suyas, sonriéndole con benevolencia.

"Guárdalo sólo para la persona que te gusta, y a la que le gustaras también", le decía a su hijo.

Wei Ying sólo tenía cinco años en ese momento; no podía entender por qué era tan importante guardar ese "beso" en sus labios, al igual que no podía entender muchas cosas en el mundo.

Pero sabía una cosa con certeza: su madre siempre tenía razón; su madre nunca le haría daño.

Así que guardó sus palabras cerca de su corazón.

Guardará el beso en sus labios.

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Si había algo que Lan Zhan recordaba mejor que el carácter alegre de su madre, era su beso.

Todavía recordaba cuando llegó a saber lo que era "un beso". Cayó sobre su frente como una pluma pero con calor. Ligero y cuidadoso, como si los labios de su madre tuvieran miedo de lastimar la suave piel de su rostro, tratándolo como algo tan absolutamente precioso que no había forma de que tuviera el corazón para dejarlo ir, y mucho menos para lastimarlo.

Lan Zhan no estaba seguro de lo que sentía al principio. El modo en que su madre le abrazaba, el modo en que su madre le hablaba vivamente, el modo en que su madre pasaba sus labios por su mejilla después de que él se negara a sonreírle.

Pero, con el tiempo, fue comprendiendo por qué su madre era tan pegajosa con él cada vez que iba a verla a su pequeña casa de Longdan. Se dio cuenta de que era su forma de demostrarle su afecto a través de las caricias, de las palabras, de la Felicidad. Era algo que Lan Zhan aún tenía que aprender; algo que nunca supo si era posible que aprendiera.

Sentía lo mismo que su madre; quería verla tanto como ella. Cada mes, el día en que veía a su madre era el que más esperaba. Sólo que nunca había sabido cómo comunicarle esos sentimientos. Nunca había sabido cómo darle caricias tranquilizadoras, cómo expresar sus sentimientos con palabras, ni se atrevía a actuar con tanta alegría como ella.

A veces, admiraba a su hermano.

A veces, pensaba que era su hermano quien había heredado esa libertad de expresión de su madre, lo que le permitía expresarse tan espontáneamente como siempre.

A diferencia de él.

Lan Zhan recordaba sus besos tanto como recordaba su actitud optimista. Finalmente, se mezclaron en uno.

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