Doble no-cita.

667 71 122
                                    

El tercer mes de embarazo se basó en lo mismo que los primeros dos, cambios de humor, antojos y mareos, Giulia comenzó a acostumbrarse a la par que su padre dejaba de mirarla con decepción, parecía esforzarse por ella a diferencia del moreno, que si bien ya no trataba mal a la pelirroja como en el segundo mes, seguía encontrando cuestionable el "amorío" con Ercole Visconti. 

Enl cuarto mes, su vientre, que solía ser plano antes del embarazo, ya estaba notoriamente crecido y hubieran visto la cara de Luca, Massimo y Alberto cuando ella les preguntó por primera vez si estaba gorda y lloró en el mismo segundo en que no obtuvo respuesta.

En el quinto mes, la pelirroja empezó a entrar en pánico al sentir cambios dentro de su cuerpo, jurando una sensación parecida a las mariposas que sentía al ver a Visconti, pero Luca dijo, tras leer un libro de maternidad, que así era como se sentían las primeras patadas de su bebé.

En su sexto mes, en el cual nos encontramos, las cosas comenzaron a cambiar con mejoría, claro, se seguía observando en el espejo todas las mañanas notando como cada día seguía creciendo y todavía acomplejandose de su cuerpo, pero nunca arrepintiendose de su decisión.

Nos habíamos quedado en que Luca era su cómplice, él único en quien confiaba, pero ahora Ercole también llevaba ese puesto, el embarazo los había acercado mucho al punto en que sus visitas a la casa Marcovaldo ya eran habituales, y  no miraban con tan malos ojos a Ercole; aunque Alberto seguía sin buenos pensamientos sobre él.

Giulia sabia que Ercole la vendría a ver ese día, como lo hacía casi todos los días en la semana, y mientras esperaba se observaba de pie con el espejo de su habitación, ahora pesaba poco más de 60 kilos, una parte de la ropa en su armario y la que llevaba la tuvo que coser ella misma pues la ropa de embarazada no abundaba en Portorosso pues era un pueblo demasiado pequeño. La pelirroja acarició con inseguridad su crecido vientre mientras hacía una mueca.

Buongiorno Giulia.— La saludó Luca, con muchos ánimos para ser un lunes en la mañana. —¿Ercole va a venir por ti?— Su mejor amigo ya se había acostumbrado al horario en la casa Marcovaldo, desayunaban, descansaban, venía Ercole y el día terminaba.

Buongiorno Luca.— Regresó el saludo la embarazada sin mirarlo, seguía poniendo atención al movimiento en su vientre. —Si, vendrá en un rato, todavía no entiendo porque no quiere que yo vaya a su casa, Alberto ya se hartó de verlo por acá.— Bromeó, aunque no decía más que la verdad.

—Creo que no quiere que hagas esfuerzo.— Dedujó el monstruo marino con una sonrisa. Además de Giulia, solo él estaba enterado al cien por ciento de el nuevo Ercole y si bien no eran amigos, era el único hombre en la casa que no lo veía con mala cara cada vez que llegaba. —Es que a ti te encanta arriesgarte, el otro día estaba con Alberto y...— Al mencionar ese nombre un intenso rubor apareció en su rostro casi llegando a sus orejas, y Giulia abrió la boca en grande por la sorpresa.

—¿Qué? ¿Qué hacías con Alberto?— Ella preguntó intrigada y emocionada, sabia que ese sonrojo era por una razón en especial.

—Ok, ok.— Luca comenzó a hablar un poco nervioso mientras se acercaba cerrando la puerta atrás de él. —Ya nos besamos.— Giulia no podía echarse a saltar y hacer bailes tontos por la alegría debido a su embarazo, pero su sonrisa irradiaba completa energía y felicidad, pegando un chillido.

—¡Estoy tan feliz por ustedes!— Giulia exclamó, su voz seguramente se escuchó en toda la casa Marcovaldo así que el menor se apresuró en intentar callarla.

—¡Shhh, Giulia, baja la voz! El señor Marcovaldo aún no lo sabe.— Aunque estaba algo asustado, el rojo en sus pequeñas pecas seguían presentes. —Y todavía no somos novios, solo nos hemos besado.— Giulia bufó, llevaba años esperando este momento y su mejor amigo seguía sin decirle a Alberto que lo amaba.

Aventura. [Giucole] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora