chapter 02.

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Habían pasado dos pares de años. Taehyung tenía ahora tenía 16 años –próximamente 17– mientras que Jungkook tenía 15 años.

Durante esos últimos años Taehyung y Jungkook tenían conversaciones frecuentemente. Eran conocidos, rozando la palabra amigos pero ambos tenían limitaciones para llegar a serlo. Jungkook por el miedo de Namjoon y los amigos de Taehyung lo querían solo para ellos.

—Hyung —saludó Jungkook mientras se sentaba a su lado. Ambos estaban en el salón de baile, Kim se la pasaba todos los últimos recreos allí para comer en paz, siendo observado por sus alucinaciones.

—Jungkookie —saludó el castaño mientras le sonreía un poco. Se acercaba el cumpleaños de Taehyung así como también se acercaba el aniversario del establecimiento, en donde los alumnos podían dejar cartas a otras personas en sus casilleros. Jungkook todos los años tenía como mínimo diez cartas mientras que por otro lado Taehyung nunca había recibido ninguna.

Un gato anaranjado se hizo presente en el lugar y se sentó en silencio al lado de Taehyung, observando a Jungkook.

—Hola, Minki —Jeon saludó al felino mientras se acercaba para poder acariciarlo.

—Cuando menos te lo esperes robará tu almuerzo —Taehyung rió para luego llevar los palillos a sus labios, comiendo de su propio almuerzo.

Generalmente Jungkook y Taehyung hablaban en el último receso, compartían tiempo juntos hasta que Namjoon los descubría o Taehyung lo dejaba solo mintiéndole que debía ir al baño y luego nunca regresaba.

Mátalo, Taehyung.

—¿Y cómo ha estado, hyung? —Jungkook ahora tenía en sus manos su sándwich cuidando de que el felino no se lo robara.

Mal, has estado malo, empeorando.

—Bien... —sus manos temblaron un poco y sin verlo venir dejó caer sus palillos al suelo. Estaba nervioso de nuevo y no quería alterarse.

—¿Está allí? —Jeon preguntó y Taehyung solo se limitó a bajar su mirada mientras limpiaba el piso del lugar con un pañuelo. —Hyung... —murmuró buscando llamar su atención. Minki estaba mirando directamente hacia una pared sin moverse, no sabía qué estaba pasando pero sabía que el ambiente estaba demasiado tenso.

Voltéate, anda.

Taehyung negó con su cabeza mientras tomaba sus cosas y las guardaba en su bolso pequeño.

—No me gusta aquí, ¿nos vamos a otro lado? —Kim mantenía la calma, o eso intentaba. Sabía que sus amigos estaban celosos de Jungkook.

Ambos se levantaron y salieron de aquel lugar. Jeon observaba el rostro de Taehyung con curiosidad y con algo más en su mirada. Algo que incluso a él lo confundía muchísimo, era un sentimientos algo íntimo del cual no tenía ni idea el nombre. Los dos últimos años se había dado cuenta de aquel sentimientos extraño que no podía descifrar y dejó cartas en el casillero de Taehyung en anónimo, pero Kim no las había leído porque no se molestaba en abrir el casillero sabiendo que no encontraría nada ahí, o eso pensaba. Porque las cartas de Jungkook seguían inmóviles esperando a ser leídas.

—¿No nos sigue? —se atrevió a preguntar el menor.

El castaño negó con su cabeza mientras se volteaba. Generalmente cuando estaba con Jungkook aparecían sus amigos para observarlos a ambos desde lejos y el único que era atormentado era Taehyung, ya que Jungkook no podía verlos, para su suerte.

—¿Esta tarde quieres acompañarme a casa, Jungkookie? —Kim se atrevió a preguntar mientras sonreía suavemente, volteándose a ver el rostro de aquel chico con tiernas facciones. Grande fue su sorpresa al notar que este estaba mirándolo y al parecer desde hace un buen tiempo atrás, pero solo se limitó a mantener su expresión normal mientras que las mejillas de Jeon tomaban color por la sorpresa y vergüenza.

—Claro.. —mustió en voz bajita.

[ . . . ]

No lo abras, no encontrarás nada, Taehyung.

Kim estaba con las llaves de su casillero en sus manos. Picaban un poco por la curiosidad e ilusión pero sabía que si lo abría había una gran posibilidad de encontrar solo polvo y quizá hasta telas de araña con una disecada en el centro.

Suspiró mientras inflaba una de sus mejillas, volteando a ver a su ilusión.

—Quizá... Solo lo hago para echar un vistazo. Nada más que eso —se alzó de hombros mientras que ahora echaba llaves a su candado y finalmente lo quitaba. Abrió la puerta con cuidado y sus ojos obtuvieron un brillo inusual cuando dos sobres de color rosa se hacían ver en el lugar.

Wow, ni él se lo esperaba.

Miró a ambos lados desconfiado y cuando no vio a nadie las tomó en sus manos para después cerrar nuevamente el casillero. Había creído que quizá era una broma, solo hablaba con Jimin y Jungkook, pero Jimin estaba aún de viaje y Jungkook no parecía ser el tipo de persona que escribía cartas, sino que las recibía.

Es una broma, de seguro.

—Ya cállate, ¿quieres? —Kim suspiró frustrado para después acomodar su bolso en su espalda y comenzar a caminar en dirección al salón de Jungkook. Debía pasar a buscarlo para que ambos fueran a su casa y pasaran tiempo juntos. Se le hacía a ambos estar en presencia del otro, era cómodo.

—¡Hyung! —Jeon salió de su salón totalmente animado para después abrazar al castaño, quien estaba recién llegando a buscarlo. —¿Nos vamos?

Taehyung asintió con su cabeza en silencio y no pudo evitar soltar una pequeña risa cuando Jungkook lo tomaba del brazo. Minki no tardó mucho en llegar al lado de ambos y el gato solo siguió a sus cuatro patas a ambos mientras volteaba varias veces, viendo detrás de sí. Las ilusiones de Taehyung los seguían a ambos y sabía que aquello no era bueno, debía avisarle a su dueño lo que estaba pasando.

—¿Tienes hambre? Mamá no llegará hasta tarde. Trabaja mucho para poder comprar mis pastillas —avisó Taehyung. —Pero ambos podemos cocinar algo... No creo que la casa se incendie si hacemos cereal con leche.

Jeon rió mientras mantenía su mano apegada al brazo de Taehyung. No se quería soltar porque cuando salía con su amigo, Namjoon, siempre se perdía entre la multitud de gente y terminaba siendo aplastado por las grandes masas de personas.

—No tengo mucha hambre, pero podemos ver que comemos luego.

Luego —un susurro se hizo presente en el oído de Taehyung y este solo sonrió simulando que todo estaba bien.

Las pastillas de Taehyung se habían acabado en la mañana y su madre llegaría hasta tarde por trabajar, ir a comprar las pastillas para su hijo y luego llegar a descansar a casa.

Una larga tarde, ¿no, mejor amigo?

Kim se apegó a Jungkook. Sabía que junto a él estaba a salvo, ¿no? Al menos así se sentía.

esquizo, taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora