Capítulo 4.

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El príncipe Felix dedicó los siguientes días a conocer el reino de su futuro esposo y a tomar lecciones en el palacio de la familia Bang hasta que llegó el momento que cambiaría su vida. Se enfrentó a la situación de la manera más madura posible, reconociendo en silencio que el mayor estaba haciendo lo mismo.

La ceremonia fue tranquila y no muy larga, con los invitados mostrando mucha más emoción que los mismos príncipes. Aunque el pecoso sintió un nudo en su garganta en medio de todo lo que estaba pasando, resistió, manteniéndose fuerte y repitiendo sin mostrar sentimiento alguno los votos matrimoniales que le habían enseñado. Podía sentir la mirada de sus padres y de su hermana menor sobre él, tenía que recordar por qué se estaba casando a pesar de que no quería.

Se sentía como una especie de prisionero al verse en el reflejo de un espejo con aquel elegante traje blanco de adornos dorados en el saco y relucientes botas negras. Los anillos que sus padres habían elegido para su boda eran preciosos, pero no podía siquiera voltear a verlos sin sentir que se le acababa el aire. Agradeció en sus pensamientos que no fue obligatorio terminar sellando su unión con un beso, uno que probablemente habría sido muy incómodo, y sólo salió en busca de un lugar tranquilo para esconderse unos minutos.

Creyó que en la enorme biblioteca podría estar solo, por lo que se sorprendió bastante cuando al mismo sitio entró poco después su hermana menor. La princesa Olivia era una jovencita muy hermosa, con piel suave, menos pecas que el rubio y de lacio cabello café oscuro –casi negro–, mismo que llegaba hasta por encima de sus hombros.

Con los ojos húmedos, se lanzó a los brazos de su hermano mayor antes de que las lágrimas finalmente empezaran a resbalar por sus mejillas.

—Lix, lo siento tanto, esto es tan injusto —sollozó.

—Tranquila. Todo está bien, Oli —la abrazó con fuerza y acarició su espalda de forma suave, queriendo llorar también—. Si me negaba a los deseos de nuestros padres, ellos no iban a descansar hasta conseguirte pareja, simplemente no podía permitirlo.

—Me siento tan culpable.

—No, esto no es culpa tuya.

—Pero...

—Oli —la interrumpió—. Lo único que tienes que hacer ahora es prometerme que cuando crezcas te casarás sólo si tú quieres. ¿Puedes hacer eso?

—Te... Te lo prometo, hermano.

Todos se encontraban celebrando y desbordando alegría. Los reyes Bang mandaron a abrir las puertas de su palacio una hora más tarde y dejaron entrar a sus invitados para tener una fiesta que, de acuerdo a su plan, duraría hasta el anochecer. Aunque Felix sí estuvo un rato en el gran salón, agradeciendo con sonrisas débiles las felicitaciones y buenos deseos que recibía, se retiró poco antes de que comenzaran a servir la cena, murmurando algo imposible de entender. Era evidente que no se sentía bien. Con sólo verlo, uno podía deducir que estaba desanimado.

—Christopher, deberías ir tras él —la reina Bang le dio a su hijo una orden disfrazada de sugerencia.

El castaño entendió al instante y se levantó de su lugar para evitar problemas, avanzando por el mismo camino que había tomado su ahora esposo mientras la reina le aseguraba a los reyes Lee que todo se solucionaría en unos minutos.

—¿Príncipe Felix? —Lo vio entrar a la habitación que estuvieron compartiendo durante los últimos días y corrió para tratar de alcanzarlo, pero el menor ya había cerrado la puerta cuando él llegó hasta ella—. ¡Príncipe Felix! ¡Salga de ahí inmediatamente!

—Quiero estar solo —dijo con la voz rota.

Hasta ese momento Christopher se dio cuenta de que la puerta no estaba asegurada, por lo que se tomó la libertad de abrirla y pasar al interior de aquel dormitorio, esperando encontrar al rubio viendo hacia el exterior a través de la ventana y perdido en sus propios pensamientos o algo parecido... Pero no fue así. Lo encontró acostado en la cama, llorando de manera desconsolada.

Gobernar un corazón [ChanLix] [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora