Cuando por fin logró encontrar la salida de esa casa, se escabulló hasta el patio exterior y se permitió inhalar el aire fresco por varios minutos. Sentía como poco a poco los efectos que había sentido disminuían, aunque todavía no desaparecían, sin embargo, se sentía lo suficientemente coherente para poder caminar por su cuenta. El plan inicial era volver a su departamento por lo extenuado que se sentía pero conforme recorría las calles se dio cuenta que probablemente no podría pegar ojo en toda la noche.

Fue por ello que decidió cambiar su rumbo. Como su celular no tenía batería no sabía qué hora era, tampoco es que le importara mucho aunque creía que a penas iban a dar las dos de la madrugada. El sentimiento que lo abordó todo el rato seguía latente, disminuyendo mas aún así constante. Asimismo, sentía que su mente recobraba claridad, o eso creía. Observaba desinteresadamente las casas a lo largo de la calle hasta que de reojo atisbó una figura en una pared a unos veinte metros. Observó intrigado y cauteloso hasta que creyó reconocer la gabardina color beige.

–¿Taehyung? –exhaló al aire.

Apresuró el pasó sin pensarlo hasta estar a un par de metros. En un parpadeo la figura ya no estaba y casi se estampó con un bote de basura. ¿Eso estaba allí?

–Esta mierda –maldijo.

Siguió caminando, guardando las ganas de patear lo que encontrara en su camino. Claro que no era él, quizá su mente no estaba tan despejada como creía, le jugaba muy malas pasadas.

Cuando llegó a la avenida principal sintió la corriente helada que normalmente no le molestaría pero está vez lo dejó titiritando, así que guardo las manos en sus bolsillos y se adentró rápidamente en la cafetería. Conocía ese lugar desde hacía tiempo, gracias a tantas noches de insomnio y fiestas, pues estaba abierto a toda hora.

Tomo el asiento de siempre, junto a la barra. El lugar se encontraba tranquilo: unas cuantas personas al fondo, que seguramente salían de una fiesta, y el señor de siempre de los gabinetes del principio. Lo saludo con un breve gesto.

–¿Otra noche aquí? –indagó Seokjin, quien atendía ese turno.

–Insomnio.

–Ya veo –chasqueó la lengua–. Te traeré tu malteada.

–Y una dona –pidió con una leve sonrisa agradecida, cansada.

–Seguro.

Cruzó sus brazos sobre la barra y recargó su cabeza para esperar. El tic tac del reloj le indicó que eran las dos diecisiete de la madrugada, esperaba poder tener sueño antes de las cinco. Jin regresó con un mantel de papel y un par de crayones, además de un gesto travieso.

–Deja de pensar tanto, que por eso no duermes y mejor hazme un retrato –exigió en una broma cariñosa. Lo conocía desde que comenzó a trabajar en ese lugar.

Jungkook sonrió sin decir mucho, tomó los materiales y comenzó un retrato con un crayón rosa.

–¿Cuándo traerás a tu amigo otra vez?

–¿A Yoongi?

–Mhm.

–Cuando logre sacarlo de su estudio –confesó observando sus trazos con el ceño fruncido–, aunque si le dijera que mueres por verlo, quizá dé su brazo a torcer más fácil.

Las orejas del mayor tomaron un tomo carmín rápidamente y balbuceó apenado, al final decidió ir por la orden del azabache. Dejó la malteada de vainilla a su lado y la dona en un plato, después observó sin disimulo el dibujo.

–Vuelvo en seguida. –Se marchó a atender a los muchachos del fondo.

Se encontraba sombreando las facciones del mayor con su crayón cuando la campana de la puerta se escuchó. No le interesaba en lo más mínimo aunque notó de reojo que dicha persona se aproximaba a la barra y tomó asiento a cinco bancos de distancia. No fue hasta que lo escuchó removerse y bufar que captó algo por el rabillo de su ojo. La misma puta gabardina beige, tenían que estarlo jodiendo. Volteó y se encontró a Taehyung una vez más, no lo miraba pero sabía que era él. ¡Genial! La segunda maldita mala pasada de la noche. Regresó su vista al bosquejo mientras delineada el cabello con bastante brusquedad.

My Euphoria | TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora