Ensayo sobre Sariel "Transformación" (parte 1)

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Cadenas de fuego y una brisa silenciosa pasaron por el cuerpo inmóvil de Sariel aquel día donde todo su mundo se fue, donde aquel grupo que Dios creó como una "unidad" se veía fatalmente rota por una decisión a raíz de un plan macabro... el plan de Dios.


-... - Gritos ahogados salían de la garganta de Sariel cuando la luz se apagó, cuando su cuerpo dejó de moverse a su voluntad... él sabía la verdad, sabía que Dios no permitiría su insolencia para salvar de un destino cruel a su alado compañero. Entre lágrimas el joven de cabello azabache recuperaba la movilidad de sus extremidades conforme la figura de su amigo se desvanecía bajo la mano de Dios.


Aquella pérdida fue la gota que colmó el vaso en la estabilidad mental de Sariel. Aquellas entidades a las que llamaba amigos y que durante siglos hubiera dado su vida por defender ahora su único deseo era verlos arder... deseaba verles ser feliz solo para aplastar cada uno de los sentimientos que pudieran tener, nada más importaba en lamente de Sariel ahora. En un acto de desesperación por volver a ver a su amigo le rogó a aquel que odiaba cambiar su aspecto.

- Quiero ser como él... Mirarme al espejo y verle... todo lo que él fue quiero que vuelva a mi. -Rogó el ángel destruido a su progenitor. Los ángeles tienen prohibido cambiar, eso nunca  es una opción... ellos no son humanos, nacen como son creados y sus formas divinas no pueden cambiar en nada, pueden vestirse diferente o usar accesorios de quererlo así pero el físico era algo imposible de cambiar, era una de las pocas reglas que los ángeles de alto rango debían cumplir. Increíblemente Dios se apiadó de alguna forma... aunque quizás  más que apiadarse vio la oportunidad perfecta de tener a uno de sus hijos más poderosos haciendo el trabajo que solo un loco podría desempeñar.


De aquella forma aquel bello cuerpo único y perfecto empezó a cambiar lenta y dolorosamente al deseo y la desesperación. Su hermoso cabello negro se tiñó de rubio, sus únicos ojos oscuros entre los ángeles pasaron a ser de dos colores semejantes a los que Sariel quería recuperar de su viejo amigo... aquello le hacía sentir un dolor insoportable, tal fue así que después de aquello Sariel no volvió a conocer el dolor físico... no lo sentía pero lo deseaba para sentirse vivo. Una vez el cambio estuvo completo y un ángel nuevo nació de aquello Sariel no dudó en arrodillarse ante Dios quien lo miraba sonriente a pesar de que el pequeño ser alado no podía verlo del todo bien debido a la luz divina... pero sabía que ahora su deuda sería tan grande que no podría pagarla nunca. En cuanto Sariel abandonó la sala del consejo se paseó por toda la villa que recubría el cielo... Cada ángel lo miraba sorprendido porque sentían la presencia del arcángel pero no podían verle, no lo reconocían y mucho menos lo hicieron sus "amigos" los cuales nuevamente hicieron la vista a un lado, nada importaba siempre y cuando la voluntad del señor se hiciera vigente y fuera cumplida.


Una vez Sariel llegó a su habitación, cada arcángel tenía una, se apresuró en tomar lo más parecido a un espejo para ver su rostro reflejado en él esperando ver a su querido y perdido compañero pero lo que vio entonces lejos de ser lo que deseaba, en ese momento, se convirtió en su mayor signo de caída hacia la locura. Ese no era su amigo, no era su rostro ni era su complexión... quizás tuviera sus atributos pero no estaba ni cerca de ser como él, era una completa abominación en comparación.


 -¡Ese maldito viejo me mintió, esto no es lo que yo deseaba...! - Sariel empezó a romper cada una de las posibles pertenencias que tenía en dicha habitación gritando con una enorme ira, toda aquella que no había depositado en la traición sufrida por sus compañeros guardianes. Él no era quien quería ser... solo era la mitad y eso era peor para el ángel que ser su viejo yo de nuevo.

Ese día fue el último que Sariel derramó lágrimas, a partir de ahí su corazón quebrado solo podía albergar dolor, angustia y un incontrolable deseo por una cosa... la venganza. Se distanció de todos sus conocidos, cumplió religiosamente cada uno de los horribles trabajos que Dios tenía para él siendo ahora el arcángel encargado de llevar las almas malvadas al infierno... Sariel a menudo imaginaba que su propia alma acabaría allí cualquier día. Los ángeles son capaces de tener alma si estos encuentran la forma de desarrollar sentimientos humanos, eso les otorga automáticamente un alma realmente poderosa al ser seres divinos y con ellas tiene el poder de hacer muchas cosas... incluso crear una vida nueva a partir de una de ellas.

Sariel a menudo paseaba como un fantasma por el largo pasillo de piedra donde se hallaban todas las estatuas de los ángeles más importantes, incluido su antiguo... pero él solo iba a descansar a los pies de la estatua con el nombre de aquel que perdió. No importó el pasar de los años, Sariel siempre mantenía la estatua en perfectas condiciones incluso no dejaba que nadie la tocara...Siempre estaba allí cuando no tenía trabajo que hacer y aún así el tiempo libre del que disponía era insuficiente. Ahora llamado "el ángel de la muerte" Sariel cambió su antigua arma por una más apropiada a ese nombre llevando ahora una enorme guadaña con el nombre de "casus belli"... un nombre realmente apropiado para lo que estaba por llegar, lo que el odio y la locura que se estaba tragando iba a desencadenar.


-Volverás a mi lado... te diré todo lo que siento por ti cuando nos volvamos a ver... Remiel. - Dijo ahora el ángel rubio que miraba de lejos a una pequeña criatura encerrada en una jaula de oro con cadenas de plata.


Una promesa que duró quinientos años dentro de poco se hará realidad, aquel que se fue volverá a retornar por el amor de un ángel destruido, por los sentimientos que nunca fue capaz de expresar cuando lo tenía delante... Sariel era un caso raro entre los ángeles, él se enamoró de su compañero y cuando no le permitieron evitar perder aquel amor se prometió a sí mismo que no descansaría hasta ver las cabezas cortadas de cada uno de sus "amigos" y de ver la sonrisa del ángel que lo enamoró hace miles de años.


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- Fin -


Diccionario: "Casus belli" - Proverbio latín, significa "motivo de guerra".



Escritora: Hiyoko- chan. (Noelia Gil)



Historia: Ensayo escrito a partir de la historia "Angels" (original)  

Historia: Ensayo escrito a partir de la historia "Angels" (original)  

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