1. Melania y Yannick

742 32 6
                                    

Melania despertó en su pueblo, un sitio aburrido para una joven de 15 años. Ella se levantaba de su incómoda cama en su pequeña cabaña de madera, desayunaba, se vestía, y salía para volver por la noche cuando la luna está en su punto más alto. Salía para encontrarse con la única persona que en ese lugar, alejado de la ciudad, podía hablar sin ningún problema y de lo que quisiera, dado que también compartían gustos: era su amigo Yannick. Él es un chico larguirucho de 16 años que tiene la cara llena de pecas, un pelo corto y de color rojizo, como sus ojos, que peculiarmente también son rojos. Por otro lado, ella era una chica pequeña y de piel semi-morena, con un pelo castaño y ojos verdes. Lo conoció en el prado abierto en las afueras del pueblo. Era su sitio favorito, donde se podía sentir el viento acariciándote suavemente, además de ser muy tranquilo  y donde nadie iba,  porque decían que salir fuera del pueblo era peligroso debido a posibles ataques de los elfos, unas criaturas oscuras de largas orejas que hablaban en un idioma extraño. Así los definían los ancianos del pueblo que decían haber peleado y perdido en una guerra contra ellos. Una vez allí, y sin decir nada, se tumbaba a su lado y sonreía levemente, sintiéndose a gusto por las suaves brisas que agitaban la hierba. En una ocasión, al cabo de un rato en absoluto silencio, Melania se decidió por romperlo:

-Bueno Yannick, ¿ya sabes si al final te vas de este rollo de pueblo, o al final queda suspendida la mudanza? -dijo con un tono burlón-.

-Al final me quedo. Mis padres han decidido que no quieren correr riesgos y que prefieren criar a mi hermano en el mismo lugar donde me criaron a mí -dijo de mala gana-.

- Espera... ¿correr riesgos?

-Si . Le tienen miedo a los elfos. Dicen que pueden atacarles en lo que van de aquí a la ciudad -respiró hondo e hizo una breve pausa-. ¡Menuda estupidez! Ni siquiera se sabe si los elfos existen, son cuentos de viejos para asustar a los niños y que no salgan del pueblo.

- ¡Malditos elfos! -chilló con desesperación-. No se puede hacer nada por culpa de su “existencia” y “el peligro que suponen” -dijo haciendo gestos entrecomillados con los dedos-.

-Si pudiésemos demostrar que esos malditos orejas picudas no existen, podríamos vivir en paz de una maldita vez...-declaró Yannick alterado por la situación de encarcelamiento que sentían en ese lugar-.

-¡Eh!,  ¡espera! -dijo Melania con una mirada apasionada-. ¿Y si vamos en su busca?

- ¡Qué dices! ¿Estás loca? Adentrarse en el bosque de la purificación es muy peligroso. Hasta ir al bosque normal lo es. ¿Cómo piensas llegar hasta el supuesto valle de los elfos, después de pasar el bosque de la purificación? Además, ese bosque es un sitio sagrado y dicen que sólo unos pocos elegidos pueden entrar en él y salir con vida.

-¿Y tú te lo crees? Vamos, sabes tan bien como yo que siguen siendo historias de viejos para asustar. Nadie va a ese bosque porque dicen que está custodiado por varias criaturas mágicas sobrenaturales.

-Ya lo sé, pero aun así es peligroso ir allí. ¿Qué pasará si de verdad nos ataca una criatura extraña?

- ¿No crees en elfos pero sí en criaturas sobrenaturales? -comento algo irritada-. ¡Venga ya!

-Mmmm...

Él no respondió y volvió a fijar su vista en las nubes pensativo, mientras que Melania siguió un rato mas irritada y gruñendo por lo bajo. Al rato Yannick le miró y le dijo unas palabras que la hicieron incorporarse de golpe.

-Podríamos preguntar a los viejos acerca de los elfos y ese bosque, coger un par de provisiones y armas e irnos. Yo tengo una gran habilidad con las armas blancas -su rostro se ensombreció y paró un momento-, y tu padre te dió clases de arco. Al fin y al cabo eras su hija y quería que heredases su título de mejor arquero del pueblo.

- Es cierto que manejo muy bien los arcos. Entonces, ¿cuando empezamos con la búsqueda de información? -comentó con un brillo apasionado en sus ojos-.

- No me presiones -dijo él dándose la vuelta y dándole la espalda a Melania-.

Ella puso una cara entristecida y pareció que sus ánimos volvieron a caer de nuevo.

- Mañana -dijo finalmente Yannick-.

Ella sonrió y se tiró sobre él abrazándolo y diciéndole mil palabras de agradecimiento.

 -¡Ay quita!, no me sobes -dijo Yannick-.

El valle de los elfosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora