Capítulo 7

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Tenía 10 años cuando mi madre me abandonó, dejándome con la dulce señora Maggie Scott. ¿La razón? Nunca la supe pero ella me crió como una hija, incluso dándome su apellido, ahora siendo Maia Scott.
Maggie ya tenía sus años cuando me tuvo que criar pero eso no impidió en sacarme adelante, dándome estudios y cosas básicas que necesita un hijo.

A los 11 años conocí en el colegio a Simón, salvándolo de unos niños que lo golpeaban, ese día llegué a casa con golpes en la cara y con un rubio en un estado peor que el mío. Mamá Maggie dio el grito en el cielo al verme pero después de curar nuestras heridas bebimos jugó de durazno jugando en la calle. Al día siguiente me esperó a fuera de la escuela para llevarme al patio y presentarme a sus amigas, Deena y Kate.

Desde entonces fuimos muy cercanos, llegando a considerarnos mejores amigos, pero había algo diferente, a los 13 años comencé a sentir sentimientos hacia Kate, mí Kate. No sabía que era lo que realmente sentía, estuve dos semanas sintiéndome horrible porque eso "no era normal", me sentía sucia, decepcionada.

Le conté a Deena y Simón, esperando lo peor y preparándome para los insultos, o posibles golpes pero eso nunca pasó. Solo me abrazaron, apoyándome, diciéndome que jamás dejarían de ser mis amigos por eso, prometiendome ayudar en conquistar a la pelinegra. También le conté a Maggie sobre mi crush y ella me apoyo en todo momento.

–No llores mi niña, lo que sientes no es ningún pecado ni abominación, amor es amor sin importar raza, cultura, lo que sea.– asentí llorando, abrazándola restregando mi cara en su pecho. –Además ya lo sospechaba, esas miradas que le lanzas no son muy discretas– reímos mientras me sonrojaba avergonzada.

Pero era muy cobarde para contarle mis sentimientos a Kate, veía como chicos la invitaban a salir, coqueteandole y eso me enojaba. Estuve así hasta los 14 años, siendo la mejor amiga de la aplicada Kate Schmidt, conteniendo los celos y sonriendo cuando me contaba que salía con tal imbécil o besó a un tal idiota.

–Debes decirle Maia, hasta en China se notan tus celos– Simón me abrazó y yo lo aparté molesta, él río comiendo de mis papitas.

–Él tiene razón, no puedes ocultar más tu gusto hacia ella– Deena miraba distraída a alguien, volteé a dónde lo hacía pero no veía más que chicas conversando con su uniforme de porristas.

–Morena, ¿No tienes algo que decir?– sonreí pícara y la mencionada miró alarmada a todos lados negando. «Algún día lo aceptaras, pero tomate tu tiempo»

Recogimos nuestras cosas cuando sonó la campana, anunciando nuevamente el inicio de otro periodo. Iba caminando por un pasillo pero sentí como me jalaban, tropezando entré a un cuarto lleno de limpiadores, escobas y demás cosas.

–¿Qué carajos?– miré a la pelinegra frente a mí que tenía una ceja alzada enojada.

–¿Es verdad que saldrás con el idiota de Robert?– la miré pasmada, negué riendo haciendo que la otra bufara.

–¿Celosa Katy?–

–¿Por qué lo estaría Maia?–

–Buen punto– caminé a la puerta abriéndola pero Kate la cerró poniéndose en frente de ésta. –Vamos linda, déjame pasar– frunci el ceño impaciente.

–No hasta que me prometas que no irás con ese idiota– parpadee confundida, negando divertida volví abrir pero mi dulce Kate me estampó en la pared.

Fear Street 1994 «Kate Schmidt» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora