Capítulo 12

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Han pasado dos semanas desde el macabro descubrimiento sobre los Goode y su maldición. Shadyside comenzó a crecer y Sunnyvale cayó en la mierda, mi madre consiguió un trabajo excelente en una empresa, a los chicos y a mí nos empezó a ir bien en la escuela, todo iba bien en el pueblo.

A excepción de una cosa, la muerte de Maia.

Después de su entierro las cosas estuvieron tensas, la castaña siempre fue fundamental en nuestra vidas. Los chistes, las alegrías, todo era divertido teniéndola.
Yo tuve una decaída, mis amigos me veían muy mal, no dormía. Las noches de insomnio eran cada vez más fuertes.
No podía cerrar los ojos porque los recuerdos de su muerte me atormentaban en cada sueño.

–Kate– alguien movía su mano frente mío, parpadee saliendo de mis pensamientos y volteé a la persona.

–Deena– saludé a la morena, volviendo a mi tarea de meter los libros al casillero. –Creí que estarías con Sam– ella negó sacando una bolsa de su mochila.

–Vine a dejarte ésto– me la extendió y confundida la agarré. –Pero antes de abrirla, ven– nos guió hasta el baño de mujeres y, cerrando con seguro nos mando hasta el fondo.

–¿Por qué tanto misterio?– pregunté aburrida, Deena me hizo señas de que abriera la bolsa. Volteando los ojos la abrí, metí la mano tocando una cosa suave. Al sacarla se mostró una chaqueta azul con blanco.

Jadee sorprendida, tiré la bolsa a un lado y extendí bien la chaqueta, mis ojos empezaron a llenarse de agua reconociendo la prenda.

–¿Es de Maia, verdad?– miré a mi amiga y ésta asintió conmovida.

–Hace dos días volví al cuarto de las "cosas perdidas" por la ropa que dejamos, creí que no encontraría nada pero ahí estaban algunas prendas– rasco su mano mirando abajo –Y encontré eso de Maia junto con su playera. Y de ti, estaba tu suéter y tus tenis– la abracé, agradeciéndole por el gesto.

–La lavaste– aspire el aroma que desprendía pero sólo olía a lavanda, nada del olor característico de mí Mailz.

–Si, es que estaba sucia y tuve que hacerlo.– me miró apenada –Pero, ¿Sigue oliendo a ella?– volví a oler pero nada, ya no quedaba rastro.

–No, ya no más– y me solté a llorar abrazando la chaqueta, Deena me sostuvo también entre lágrimas.

–Sé que es duro, porque también la extraño demasiado– su voz sonaba tan quebrada.

–Simón me preocupa, tiene días sin comer algo, ni siquiera un bocado– hablé angustiada. Todos estábamos afectados por la pérdida de Maia. –La señora Kalivoda intenta hablar con él, pero dice que es inútil–

–Sam a veces se culpa por su muerte– la morena recordaba triste las veces en donde su novia no podía con ese peso.

–No fue su culpa, el único responsable aquí es el desgraciado de Nick Goode– apreté los dientes molesta, que aunque esté muerto no quita la rabia que tengo hacia el gusano.

–Saldremos adelante Kate, ella daría todo porque lo hiciéramos– acarició mi cabello.

–Cómo le encantaba ésta prenda mugrosa– reímos las dos al recordar cómo se desvivía por su chaqueta. –No le importaba si fuera de la banda, ella la usaba todo el maldito tiempo– sonreí nostálgica. Estuvimos abrazadas por un rato más, hasta que tocaron para salir del colegio.

Me despedí de Deena para ir con Simón que estaba recargado en una pared. Volteó a verme con una pequeña sonrisa pero la borró cuando me vio con los ojos rojos.

–¿Estas bien? ¿Te pasó algo?– inspeccionó mi rostro y yo negué riendo. –¿Por qué lloraste?– limpió mi mejilla que tenía rastro de una lágrima.

Fear Street 1994 «Kate Schmidt» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora