Cuando conocí a la mujer de mi vida, supe que daría cualquier cosa por hacerla feliz. Planeamos grandes cosas, nos amábamos como nadie en el mundo.
Creí que nada podía ser mejor en nuestra relación, hasta que un día todo cambio con la noticia de su...
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Alessandro
Estoy a punto de salir de trabajar, este día estuvo pesado, pero fuera de eso doy gracias a Dios por haber salido con bien, llego hasta mi locker y saco mi ropa, cuando tomo mi pantalón el celular comienza a sonar, lo tomo y es una llamada de mi madre.
-Mamá, acabo de salir, ¿Qué pasa?
-Lizabeth esta sangrando debes venir al hospital.
-Voy para allá.
Cuelgo la llamada y me doy prisa, ni siquiera alcanzo a ponerme mi ropa, salgo corriendo con todo y uniforme puesto. Le pido un aventon a uno de mis compañeros y este accede, en este momento lo único que me importa es mi princesa.
Lizabeth
La madre de Alessandro me trajo hasta el hospital, tengo fuertes dolores en el vientre y la sangre no deja de correr por mis piernas, me siento aliviada y con remordimientos, tal vez esta niña ya nazca, es lo único que quiero, pero no quiero que vaya a morir o algo así, no sé si podría con ello.
-¿Qué fue lo que paso Jimena? -le pregunta un doctor.
-No lo sé, ella simplemente sangró.
-¿Cargaste con algo pesado? ¿Hiciste ejercicio forzado o caiste de algún lugar?
-No, sólo me bañé.
-Bien, Lizabeth tu bebé esta a punto de nacer, la placenta se ha desprendido y ya no podemos retenerla.
-¿Ella se salvará?
-No lo sabemos aún, es pequeña, y no sé cuán débil este, debes ir tomando la idea de que es posible que no sobreviva.
Sentía un vacío enorme en el pecho, esta niña puede morir por mi culpa, Dios sé que no merezco ni ser escuchada por ti, pero salvala, no la dejes morir por que de lo contrario perderé a Alessandro.
Alessandro
Llego al hospital y a la primera que veo es a mi madre, tiene los ojos hinchados de llorar.
-Mamá, ¿qué pasó?
-Lo siento tanto hijo.
-Qué, ¿de qué hablas?
-Ella, ella empezó a gritar y decir cosas, le hablé para que comiera, ya era tarde y se enojó, entonces bajó las escalera furiosa y de la nada sangró, es mi culpa.
-No es tu culpa, no lo vuelvas a repetir jamás, ¿me oyes?
-Alex, mi nieta saldrá de esta, ya lo sé.
Estuvimos esperando por algunas horas, estaba ansioso, desesperado, tratando de convencerme de que todo saldría bien, no quería perder la esperanza, mi niña tenia que ser fuerte.
