🍅🌻 → [𝑺𝒂𝒔𝒖𝑯𝒊𝒏𝒂 𝑴𝒐𝒏𝒕𝒉 2021]

🍅🌻 -[Día 1]

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Como cualquier mujer enamorada, Hinata recuerda constantemente —y con mucha felicidad— la primer cita oficial que tuvo con su ahora pareja. Aunque, si debía ser sincera, esa salida no había sido para nada como las que leyó más de una vez en las revistas para adolescentes que le prestaban sus amigas, Sakura e Ino.

No hubo flores, ni chocolates o regalos; tampoco paseos por el parque o una cena romántica. ¿Palabras de amor? No escuchó ninguna de ellas en ningún momento.

Sin embargo, Hinata sí recuerda que hubo besos, muchos, ¡demasiados! Y caricias, íntimos roces entre pieles que todavía la erizan al pensar en ellas. Recuerda el cosquilleo que sintió en su vientre cuando las ásperas manos viajaron por la longitud de sus brazos, de sus piernas, de sus senos y, por supuesto, la parte más íntima de su cuerpo. No deja de pensar en aquellos labios sobre los suyos, sobre sus mejillas, sobre su cuello; los gemidos que, avergonzada, dejó salir; los gruñidos de él mientras la manipulaba bajo los efectos de una excitación incandescente.

Sus mejillas enrojecen cuando rememora el momento en el que esos toques superficiales pasaron del sofá a la cama, cuando la ropa cayó al suelo y su vergüenza disminuyó cada vez que escuchaba el ruido que hacía la cama ante cada movimiento, ante cada embestida; ante el sonido de su propio sexo ardiendo y siendo invadido por otro.

Aun así, pese a la intensidad del momento, pese al fuego que corría por sus venas ante cada toque... Hinata solo pensar una y otra vez en esa mirada oscura. Solo puede pensar en sus labios moviéndose ante cada palabra emitida:

«No sabes cuánto esperé por este momento»

Y ella fue feliz con eso, no necesitaba nada más. 'Quizás se conforma con muy poco', supone que le diría Ino; 'no te conviene estar en esa relación', le advertiría Sakura. Puede imaginarlas con la decepción sobre sus rostros y los brazos cruzados; casi puede sentir los coloridos ojos sobre su persona y cómo reprueban sus acciones. Pero no le importa. No esta vez.

Las cosas cambiarían más adelante, él se lo prometió. Y puede ser que él sea grosero, antipático y hasta frío, pero un mentiroso jamás. Lo ha podido comprobar a lo largo de estos meses; lo ha sabido apreciar en cada detalle que tiene con ella. Pero, sobre todo, ha logrado comprender que aquella actitud es una fachada que deja caer, al mismo tiempo que su propio uniforme cae al suelo de la habitación.

Porque una cosa es aparentar frente a los demás, regular su voz cuando explica lo que sucedió veinte años atrás en la historia de Japón; y otra muy diferente es buscarla a ella con la mirada y fingir que no son más que maestro y alumna.

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