Pureza de una flor.

Capítulo dos.

¿Cómo habían terminado de esa forma? sólo recordaba que estaban en el piso frío y luego el fantasma lo ayudaba a levantarse, llevándolo a la habitación que poco tenía, y ambos se habían sentado en la cama, hablando, pocas veces riendo, algunas otras XieLian sonrojandose y otras veces WuMing quedándose sin palabras cuando el príncipe hacía un gesto tierno.

Parecía que todo a su alrededor había desaparecido, dejado de importar, jugaban a ser amigos, y finalmente ya no estaban solos. XieLian descubrió que WuMing había sido aquel niño que él salvó pero también recordó la escena en la cueva.

¿Cómo fue capaz?, ¿no tenía vergüenza de mirarlo a la cara luego de algo así? también se dió cuenta de que WuMing había crecido desde esa vez, era por algunos centímetros más alto que él, con un cuerpo un poco más grande que el del adolescente que luchó a su lado. Pero, ¿por qué estaba notando eso?

¿Qué estás pensando?, ¿qué te diría el Guoshi si supiera el rumbo de tus pensamientos? seguramente te haría copiar cien veces la sutra de ética.

Se repitió mentalmente que debía parar, era incorrecto. Sin pensarlo mucho, se acercó al fantasma, lo miró y habló.

—¿Puedo saber lo que hay en el ojo que no muestras?— Supo que eso también era incorrecto cuando notó a WuMing tensarse y detener su charla.

Doscientas veces, copia la sutra doscientas veces. Repítela en tu mente hasta que entiendas lo que haz preguntado.

Pero no esperaba aquella respuesta.

—¿Su alteza realmente quiere verlo?, ¿no estaría asustado de ver algo horrible?

—No puede haber algo horrible en ti.— Respondió antes de pensar. Su cerebro estaba siendo lento, y su boca tomaba el control, haciéndolo decir cosas que lo hacían parecer un desvergonzado.

Ahí estaban otra vez sus mejillas rojas, aclaró su garganta y se echó hacia atrás.

—Lo que quise decir es que no tienes que mostrarme si te hace incomodar. Fue una pregunta sin pensar.

Pero el fantasma fue rápido en recuperarse y mostrar una pequeña sonrisa.

—Si su alteza quiere ver y promete no asustarse, estaré satisfecho con mostrarle.

Ah, XieLian, ¿qué estás haciendo?

—No voy a asustarme.— Devolvió la cálida sonrisa, esperando con sus manos apoyadas en ambas rodillas.

WuMing retiró el cabello de su ojo derecho, revelando un párpado cerrado y luego un ojo de color rojo que lo miraba. Fue sorprendente, era una combinación increíble y nunca había visto algo como eso. Sintió más curiosidad y se acercó, delineando con su dedo índice el párpado y luego el borde de su pómulo, ni siquiera estaba pensando en lo que hacía.

—¿Por qué lo ocultas? no es horrible, es...— Calló antes de terminar, quería decirlo. —hermoso.

—Éste ojo maldito ha causado muchos problemas, su alteza.— XieLian estaba seguro de que eso no era cierto, pero no insistió.

En cambio, reunió valor para depositar un suave beso sobre la frente del fantasma. Apenas un roce. Se miraron en silencio. WuMing cerró los ojos cuando el príncipe ésta vez besó su párpado derecho y luego el izquierdo, eran gestos llenos de protección a su único creyente.

Los hombros del fantasma estaban relajados, su rostro sin alguna mueca y en su lugar había una pequeña curvatura en sus labios, casi una sonrisa. XieLian regaba besitos por el rostro de WuMing, sus manos apoyadas en las frías mejillas, queriendo borrar todo el dolor, incluso el propio, olvidarse de lo que había estado haciendo, ¿realmente se había dejado guiar por la calamidad de blanco o eran sus más escondidos deseos los que fueron empujados a flote? cualquiera que fuera la respuesta, ya estaba tomada la decisión.