Capítulo tres.

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Entonces la dirección de los besos y mordidas cambiaron, retomando el recorrido en sentido contrario: una mordida suave en su pantorrilla, un beso húmedo en el interior de sus muslos y una boca hambrienta tomando entre los labios su glande.

—¡Mhg!— Apretó las manos en las mantas, cubriéndose rápidamente la boca. Ese había sido él... que vergüenza.

WuMing lo miró como si hubiera fuego en sus ojos, casi podía ver llamas ardiendo, y el fantasma no se detuvo. Lamió lento, empapando la punta rosada que ya estaba húmeda de líquido traslúcido, luego succionó suave y bajó más, regando besos por toda la base.

XieLian se sentía desfallecer, abriendo la boca en busca de aire, respirando agitado, apretando sus manos en puños en las mantas que no tenían la culpa de nada, los dedos de sus pies apretándose y... que bien se sentía ahí.

—W-wuMing...— En un intento por respirar adecuadamente, terminó gimiendo el nombre del fantasma. Cavó su propia tumba.

—Alteza, me honra.—

Una sonrisa se instaló en los labios del fantasma, aquel gemido era una clara señal de que estaba haciendo sentir bien a su príncipe, y definitivamente él quería más de aquello dulces sonidos. Metió todo el miembro en su boca, chupando, lamiendo y rozando cuidadosamente los dientes por las venas sobresalientes, sintiendo el cuerpo ajeno estremecerse, escuchándolo con la respiración agitada y susurrando palabras que no llegaban a ser claras entre jadeos ahogados. Su diestra acarició y moldeó un sensible pezón, la lengua apretó el miembro contra su paladar y probó más del líquido amargo cuando el príncipe se corrió en su boca en medio de gemiditos.

Tragó todo, y sin dar tiempo a que XieLian se recuperara, dió una última lamida, apretó sus piernas y las separó un poco más, dejando al descubierto una pequeña y apretada entrada. Dejó caer de su saliva, mojando y haciendo brillar ese lugar.

—¡Esp-espera!—

Pero el fantasma no estaba dispuesto a esperar. XieLian intentó cerrar las piernas, tan avergonzado, sin embargo habían un par de manos que lo sostenían firme, y mentiría si dijera que no le gustaba. Cuando la saliva dejó de gotear, suspiró aliviado. De todas formas no hay algo más vergonzoso que ésto.

Estaba equivocado.

¡Oh por dios!

WuMing lamió sobre la entrada rosada, en círculos, besando, presionando con la lengua hasta que fue dócil bajo su tacto y lentamente le daba paso, aceptando la invitación a abrirse y dejarlo probar del dulce sabor del príncipe. No ignoraba los lindos temblores en el cuerpo contrario, como parecía luchar consigo mismo en lo que eran palabras para que se detuviera pero luego que siguiera, lloriqueos bajitos y ojos entrecerrados. Hundió la lengua hasta la mitad, la entrada cediendo y dejándolo entrar para danzar rápido, embistiendo suave y luego con un ritmo acelerado.

XieLian no sabía si reír o llorar, probablemente estaba haciendo ambas cosas ya que podía escucharse a él mismo sollozando palabras inconexas, sonriendo cuando un hormigueo agradable le hacía estremecerse, alzando las caderas y moviéndose hacia el rostro del fantasma, buscando más casi desesperado. Así que para cuando sintió la punta de un dedo acariciar y presionar suave, no fue una sorpresa, su entrada se abrió dócil, aceptando el dedo en un sensación extraña y nueva, no dolía pero era incómodo.

Encontró el par de ojos cafés y rojos, el rostro estaba atento a él y podía adivinar el motivo. Suspiró y sonrió, atrajo al fantasma por los hombros y fue su turno de besarlo, lento pero metiendo su lengua en la otra boca. Casi río cuando WuMing se quedó inmóvil por unos segundos, como procesando que realmente estaba siendo besado, y luego retomando sus movimientos. Aquel dedo era largo, entrando completamente y moviéndose sin ser brusco, tanteando, sacando suspiros de los labios del príncipe, aquellos que estaban sobre los del fantasma recibiendo calor.

Pureza de una flor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora