Capítulo dos: parte final

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Una anciana mujer avanzaba de manera furiosa por el largo pasillo que conducía hasta las oficinas principales del corporativo Ardlay. Todos los presentes que la veían pasar inmediatamente hacían una reverencia; pues dicha mujer era nada más y nada menos que la matriarca de la familia.    La señora Elroy Ardlay.

Sin esperar que la asistente de presidencia comunicara su presencia, la anciana mujer entró de golpe en la oficina de su hijo sin esperar que nadie la anunciara. El espectáculo que vio solo la llenó de más cólera.

Tomando con molestia su fino bastón cuya empuñadura era de plata pura; dio un fuerte golpe sobre el escritorio, haciendo un estruendo que provocó el enmudecimiento de los presentes.

Una perturbada pelirroja a medio vestir se bajaba de forma apresurada del regazo del señor William Ardlay, que al ver quien era su visitante, procedió con un movimiento de cabeza a indicarle a su bella acompañante que se retirara del lugar. La molesta anciana señalaba con la punta del bastón a la asustadiza pelirroja y con ojos llenos de furia le increpaba.

—¡Tú! ¡Mujerzuela descarada, será mejor que no te vuelva a ver por estas oficinas! ¡largo!

El hombre detrás del escritorio, se acomodaba su camisa y con gesto de fastidio y con voz cansina se dirigió a su interlocutora.


—Cálmate madre, este no es el lugar para que hagas un show.

—¿Y cómo llamas a esto que acabo de presenciar? ¡Te has vuelto un descarado William!

—Madre, ¿Qué haces aquí? ¿Has venido a inspeccionar lo que hago en el corporativo?—El hombre se paraba de su asiento y caminaba alrededor de su escritorio de manera despreocupada —Te recuerdo que ahora yo soy la cabeza de la familia y no tengo que dar explicaciones de mis actos a nadie.

La señora Elroy aventaba un sobre amarillo al escritorio de su hijo para que este lo vea.

— ¡Mira! Este es el último informe que están queriendo presentar en la junta general de accionistas; y ¡Neal Lagan pide tu cabeza! Te acusa de no mantener los niveles de confianza que antes poseía el corporativo. Sostiene que nuestros clientes ya no confían en nosotros como antes y que eso tarde o temprano terminará por perjudicarnos. ¡Ese sujeto planea presentar estas fotos a la Junta! ¡Mírate! En todas estas con diferentes mujeres de parranda.

William tomó las fotos y su gesto desinteresado cambió en un segundo a ser molesto. ¿Acaso lo habían estado siguiendo? ¿¡Cómo se atrevía esa rata de Lagan a señalarlo, cuando él mismo tenía dos mujeres!?

— Tenemos que limpiar tu imagen a como dé lugar! ¡Necesitamos que tu esposa sirva para algo! ¡Necesitamos que quede embarazada!William miraba incrédulo a su madre, no podía creer lo que ella le estaba sugiriendo. Su madre había pasado los últimos 5 años restregándole en la cara que su esposa era una "oportunista trepadora" y que no merecía ser una Ardlay.

— ¿Y que tiene que ver Candice en todo esto? ¿Cómo me servirá un hijo de ella? ¡ Vamos madre!... siempre la has odiado y ahora ¿quieres ser abuela?

— ¡Deja de hablar tonterías William! Últimamente he visto a Candice muy liberal, ya casi no pasa en la mansión porque ha retomado sus estudios. Eso no nos conviene. Necesitamos que ella refleje una imagen más hogareña ante la sociedad. ¡Qué mejor carta de presentación que una estampa familiar!. Tú como el padre amoroso y ella la madre entregada por completo a su familia! Con eso callaremos los estúpidos rumores que ese Lagan quiere esparcir.

La fúrica anciana dejaba bien en claro su postura; y no estaba dispuesta a admitir una negativa de parte de su vástago.

— Tú, si quieres puedes seguir con tus mujeres, pero para la sociedad tienes que ser un padre amoroso y hombre de familia.Dicho esto, dio la espalda a su hijo y se retiró del lugar dejando a William sumido en un mar de dudas. El guapo hombre de negocios tomaba entre sus manos el retrato del día de su boda que reposaba sobre su escritorio y se puso a meditar.

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2021 ⏰

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