Sin respirar.

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Porque fue en tu corazón

donde se instaló la insensatez,

porque fue dónde el amor

se hizo espacio,

para no desaparecer.

Y aunque tú escondieras

el revuelo de tus latidos,

y el aleteo de las flores

subiendo por tu garganta,

 y aunque sintieras

que

 no

  po

   dí

    as

     res

     pi

      rar...

Incluso un ciego

habría notado

la enredadera de jazmines

que portabas dentro de 

tu esqueleto, e igualmente

un sordo

habría escuchado tu felicidad.

Inclusive tú,

habrías notado

que el aire

había vuelto a tus pulmones.

FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora