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Llevaba al menos cinco minutos aguantando las estruendosas carcajadas de Yao, y estaba tan tentado a lanzarle lo primero que tuviera a la mano de no ser porque en serio necesitaba su ayuda.

Así habían transcurrido las cosas: luego de aquel jodidamente incómodo encuentro, con un omega lanzando feromonas a diestra y siniestra, un beta en total estado de shock y un alfa al borde de la histeria, Wanyin, en un acto de cordura y poco importándole que estuviese tirando su orgullo por la ventana, sacó su teléfono y marcó el número de su amigo con dedos temblorosos.

-Hola Jiang-ge, ¿qué pasa?

-Yao, tenías razón- se detuvo un segundo a tomar aire, porque dios, se estaba ahogando en el olor del omega-. Tenías toda la maldita razón. Necesito tu ayuda.

-¿La razón? ¿Pero de que...- se quedó en silencio al comprender la situación, y por el sonido estrangulado que brotó de su garganta Wanyin supo que estaba por largarse a reír-. Oh vaya, esto es tan divertido.

-Te puedes reír todo lo que quieras después- le cortó secamente. En esos momentos había cosas más importantes que atender, como la dolorosa erección en sus pantalones, el posible celo adelantado del omega a juzgar por su olor y al beta que en cualquier momento se desmayaría de la impresión-. A-Yao, por favor, ven por nosotros.

Su tono debió ser totalmente desesperado, porque las risas al otro lado de la línea murieron al instante-. Enviaré a mi chofer por ustedes, ¿dónde están?

-Casi en la entrada de la academia de esgrima a la que posiblemente ya no entraré.

-Bien, bien- lo oyó suspirar-. Estaré allí en menos de cinco minutos.

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De eso ya habían pasado dos horas, y ahora los tres estaban en la casa- más bien mansión- del más bajo. Todos habían tomado una ducha fría y bebido una taza de té para tranquilizarse, aparte de que Wanyin se vio obligado a darle su remera al omega en un intento de tranquilizarlo junto con un potente supresor para bajarle el calor.

Ahora, con los implicados y Yao en la sala de estar en medio de un silencio incómodo, solo roto por las risas de su amigo, Wanyin nunca se había sentido tan derrotado.

-Esto es imposible- sorpresivamente fue Wangji quien habló. Este yacía sentado en el sofá individual hecho bolita, vestido con unos boxers que pertenecían al otro omega y su camiseta, la cual le quedaba un poco grande. Sus mejillas seguían algo sonrojadas pero sus feromonas se habían calmado lo suficiente para no alterar a nadie-. He sido amigo de Wei Yin- Wuxian desde que éramos niños y jamás sucedió esto.

-Lan Zhan tiene razón- completó Wuxian, quien estaba sentado en el sofá de dos plazas con él, aunque separados lo más que el mueble permitía-. Además, soy un beta. No puedo enlazarme a un alfa y menos tener un destinado.

-Bueno, pues así está la cosa- Yao dijo como si nada, encogiéndose de hombros-. Sospecho que la razón por la que no les había pasado nada antes es porque no habían estado los tres juntos nunca, hasta hoy.

-¿Y cómo podemos confiar de ti?-preguntó Wuxian con una mueca seria.

-¿Me estás jodiendo?

-Nunca he ido más enserio en mi vida.

Yao suspiró hastiado-. Estoy seguro de que has oído hablar de la familia Meng y sus servicios.

-Ellos juntaron a mis padres- rodó los ojos el Wei-. Claro que los conozco.

-Bueno, ella es mi madre- ante la cara de sorpresa, sonrió de lado-. Ahí tienes.

-Bien...sí, esto sigues siendo raro.

-Ugh- Wanyin se frotó el rostro con un gesto cansado-. Esto es demasiado surreal.

-Te dije que me hicieras caso, alfa idiota.

-¡No llames así a mi alfa!- la voz del omega de Wangji chilló en tono lastimero. Sus pupilas se habían agrandado, denotando que en esos momentos no era el humano, sino su lobo, quien hablaba.

El repentino cambio en el mayor sorprendió a todos. A Yao porque la escena que parecía estar a punto de desarrollarse le parecía peculiar. A Wanyin por la voz tan dulce y sumisa del mayor. Y a Wuxian porque su instinto protector empezó a salir a flote.

-¿Lan Zhan? – preguntó el beta despacito, a la par que se levantaba para cercarse a su amigo-. ¿Eres tú?

-¡Mío! ¡A-Ying mío! – de golpe Wangji tomó a Wuxian del brazo y jaló con fuerza, haciéndole caer de rodillas frente a él y aferrándose con un agarre de acero-. ¡Alfa! ¡Necesito a alfa también!

Sin siquiera notarlo el lobo de Wanyin gruñó y se revolvió en su interior, picando por salir y encaminarse hacia el omega.

Es mío. Mío mío mío. Ambos míos.

-¡Basta!- gritó el pelinegro agarrándose el pecho y doblándose en una mueca de dolor. El alfa en su interior arañaba y sus caninos crecieron en su boca, rasgando su labio inferior y haciéndole degustar la sangre de las heridas.

-Wanyin- la suave voz de Wuxian le llamó. Estaba sonrojado y sus ojos brillaban como dos faroles oscuros-. A-Zhan te necesita. Yo te necesito. Por favor, no lo hagas más difícil.

Y lo que sea que lo atara a negarse, se rompió. Con una rapidez inhumana pasó de estar sentado en el sofá a estar arrodillado también frente al omega y con el beta a su lado. Recargó su cabeza en el regazo del omega, frotando su cabello sobre el tibio vientre ajeno. Sintió como el beta se acurrucaba, aún en su posición, en su cuello, oliéndole y sonriendo contra su piel.

Escuchó a Yao decir algo, pero no puedo entenderle, más concentrado en los dos chicos que, aunque todavía demasiado confundidos, en esos momentos dejaban que sus lobos hablaran por sí mismos y se impregnaran en los aromas contrarios.

Por primera vez en su vida, sintió que un hueco en su alma que jamás había notado era completado con la presencia de aquellos dos. 

𝗦𝗨𝗡, 𝗠𝗢𝗢𝗡 𝗔𝗡𝗗 𝗔 𝗙𝗘𝗪 𝗦𝗧𝗔𝗥𝗦「jc + wwx + lwj」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora