Alex empezó a correr tras Ares, y cuando este se giró con su característica sonrisa en la cara:
— Estoy enamorado de tí, Ares — confesó Alex.
— Estoy enamorado de tu sonrisa, de tu curiosidad, tu inteligencia, de tu amabilidad. Dime, ¿saldrías conmigo?
— Alex, yo también me he enamorado de ti. Desde que te sentaste a mi lado en la comida — respondió Ares, mientras rodeaba el cuello de Alex con sus brazos. Le miró a los ojos con gran serenidad. Acortó la distancia entre sus rostros, para finalmente besarlo apasionadamente como en esas series de romance adolescente.
Rápidamente, Alex, se deshizo de dicho escenario utópico, que no podia parar de imaginarse, en la vuelta a casa, tras la quedada con Ares.
Se estuvo repitiendo mentalmente hasta llegar a su casa: «Jamás ocurrirá algo así, seguro que ya tiene pareja y si no se fijaría en cualquier otra persona antes que en mí, apenas nos estamos conociendo seguro que se me olvidará pronto».
Llegó a su casa, bastante desanimado, casi llorando, subió rápidamente a su cuarto y se lanzó a la cama, de boca a las sábanas.
Repitiéndose, a sí mismo, una y otra vez todas esas frases que tanto daño le causaban, hasta finalmente dormirse.
En la mañana siguiente Alex, se despertó de mejor humor, e hizo su rutina matutina.
Su humor volvió a bajar drásticamente al recordar que era un jueves lectivo, el día que según él, tenia un horario de clases que parecía una tortura.
Alex se lavó los dientes, cogió su mochila y fue corriendo hacia el autobús.
«Mierda voy a llegar tarde otra vez, seguro que la profesora de literatura, no me va dejar entrar a clase» — se lamentaba mientras veía, a lo lejos, llegar el autobús a la parada e irse sin él.
Cuando llegó a clase, no sólo, no le dejó entrar a clase, si no que se llevó un apercibimiento.
Si volvía a llegar tarde le castigarían con quedarse, después de clases, un miércoles o viernes, los días en el que el horario dura dos horas menos que el resto de días.
En el segundo periodo le tocó inglés, el cual le costaba muchísimo.
Tras el primer descanso, tuvo clase de historia, la cual Alex pensó que iba a ser una hora larga y tediosa.
— ¿Dónde esta Africa? — dijo un alumno pensado en voz alta, en medio de una de las explicaciones de la clase.
La profesora se levantó, asustada, de su escritorio y se dirigió hacia la mesa de dicho compañero, casi tambaleando, en medio de las carcajadas, que no cesaban, por parte de toda la clase.
— ¡Uff! Espera un momento que me desmayo — dijo la profesora a medio camino, aumentando las risas de la clase.
Una vez frente al pupitre del alumno, ya rojo, sin levantar la cabeza, por la vergüenza.
Le señaló en el mapa del libro donde estaba Africa y le dijo:
— Ya sabes donde está Africa, ¿no?Dio media vuelta, y suspiró mientras giraba de lado a lado la cabeza con la mano en la frente.
— Mira que estar en primero de bachillerato y no saber donde está Africa, tiene tela marinera, voy a pensar que hoy estamos espesos de tanta explicación — dijo mientras volvía a su escritorio, para continuar la clase, aun alucinando ante tal pregunta.
Finalizó la tan graciosa clase de historia y llegó educación física, les tocó correr durante 40 minutos.
Para Alex fue un infierno, aunque corría bastante rápido, gracias a estar siempre con prisas de llegar tarde a todos lados, no tenia apenas resistencia.
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El Chico del Teatro
Teen FictionUn día, Alex decide ir a ver la nueva obra que había organizado el club de teatro de su instituto; acompañando de sus "amigos", un puñado de indeseables. Al comenzar la actuación, vio a una chica de la que se enamoró a primera vista... pero descubr...