Prefacio

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Rogelio contemplaba la luna a través de la gran ventana de su oficina, ya habían pasado diez minutos desde que la luz se había ido, lo que le facilitaba apreciar la luz de la luna.

-Fuiste descuidado, no sueles hacer ruido- dijo el hombre, al escuchar un poco de ruido, suspiró, y recargó su cabeza en el respaldo de su silla- sé que tienes poco tiempo-continuo diciendo aún perdido en el resplandor de la luna- pero me permitirías ver tu rostro antes de….-

-¿Sabe quién soy?- interrumpió una voz oculta entre la oscuridad de la oficina.

-Hasta hace un momento no estaba seguro, pero tu voz….-

-Si lo sabe entonces no necesita verme-

-Tengo mis razones- el hombre volvió a suspirar- para serte sincero solo son dos-

-¿Intenta ganar tiempo?- la voz de la oscuridad parecía irritada.

-Solo quiero asegurarme de quien eres en realidad- dijo el hombre ignorando la pregunta- y si sí eres quien creo, quería ver tu apariencia real- comenzó a girar su silla lentamente, hasta quedad de frente a aquel ser en la oscuridad- me alegro de que lo hicieras- dijo Rogelio al ver el pasamontañas en la mano de aquella persona- aunque suponía que lo harías, pero ¿sabes? A pesar de eso quería creer que no serías tu quien daría fin a mi vida-

-Lo lamento no debió confiar en mi- el atacante saco el arme de su funda.

-Ya pasaron 10 minutos, no tardaran en venir a ayudar, pero antes ¿podrías decirme tu verdadera edad y tu nombre?- una sonrisa se dibujó en el rostro del hombre.

-¿Sonríe aun ahora?- lo miró fijamente-¿Qué es lo que le hace creer que le responderé?-

-Lo mismo por lo que fallaste la primera vez- dijo el hombre con voz amable.

-16 años- apuntó el arma- mi nombre es el mismo, pero parece que no le sorprende- el hombre asintió- parece que nunca logre engañarlo o quizás…-

-Nada de eso, hoy luces diferente-

-Lo siento, mi tiempo se acaba- dijo, Rogelio sabía que el suyo también, suspiró con fuerza, quizás fuese la última vez que lo haría- ¿Tiene algo más que decir?, es lo menos que puedo hacer por usted, en verdad lamento ser yo quien…- la voz del atacante parecía quebrase mientras hablaba.

-Lo sé, pero no deberías lamentarlo- interrumpió- hace mucho que perdí el derecho de elegir como morir- sonrió.

-Lo siento- repitió, el disparo fue directo el corazón, por un momento se quedó en silencio- así que has escuchado todo- dijo al darse cuenta de que no estaba solo.

-No dejare que te vayas- dijo el otro ser en la habitación apuntando un arma a la cabeza del asesino, pero este reacciono rápido, despojando del arma a Carlos, para después golpearlo ocasionando que cayera al suelo, se alejó de él dejándolo en el suelo, y saltó a través de la ventana. Carlos se levantó lo más rápido que pudo, intentando evitar que se escapara, pero cuando llego a la ventana era demasiado tarde, aquella persona había desaparecido.

Dos armas, un corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora