Odio

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Dos elfos pequeños jugaban en el parque. El primero, Eldor,  tenía el pelo muy muy blanco y los ojos tan claros que parecían del mismo color que el pelo. El segundo, Iset,  tenía el pelo cobrizo rizado y unos ojos color bronce. Ambos eran hermanastros, pero ellos siempre afirmaban que eran hermanos y su madre Oronose, aunque sus verdaderas madres les hubieran abandonado años atrás.

Mientras se pasaban un balón, una niña se acercó a ellos tímidamente.

-¿Jugáis a la comba?- preguntó.

-Claro- dijo el peliblanco con una sonrisa.

La niña extendió la cuerda en el suelo y la comba se elevó para empezar a girar sola y a cantar una canción. Los chicos entraban y salían, saltaban y hacían el mono.

Cuando se aburrieron se pusieron a jugar a una versión del pilla pilla, en la que uno de ellos fingía ser un hombre-lobo, gruñendo mientras los otros corrían. Si te tocaban, te transformabas tú también e ibas a por el resto. Si el último duraba más de dos minutos, era el ganador.

Eldor, al que le había tocado pillar, cogió a su hermano y ambos fueron a por la niña.  Pero el juego se acabó cuando una pareja se acercó a ellos enfadada.

-Apartaos de ella demonios- gritó la madre creando una especie de barrera entre los niños y ellos- dejadla en paz.

-So…solo jugábamos- murmuró Iset confundido.

-¡Aterrorizar a alguien no es un juego!- gruñó el hombre cogiendo a la niña en brazos y apretándola contra su pecho.

Oronose al ver esto se acercó rápidamente a los chicos.

-¿Qué ocurre?

-¿Que qué ocurre? Aleje a esos monstruos de nosotros si no quiere que les friamos a rayos.

-¿Qué habéis hecho?- les preguntó Oronose.

-Jugábamos al hombre-lobo, nada más.

-De eso nada, perseguían a nuestra hija aterrorizándola.

-Así es el juego- dijo esta tímidamente- y nos los pasábamos bien.

-Eso es lo que te han hecho creer pequeña- dijo el hombre.

-No creo que Eldor e Iset quisieran aterrorizar a nadie y menos hacerle creer que era un juego.

-No claro, sus padres tampoco querían matar a millones de personas- espetó la mujer con ironía y desprecio-  ni jugar con ellas antes de acabar con sus vidas.

-Oiga, son solo niños, no le hacen daño ni a una mosca. Y lo de los padres tenía una explicación que nunca quisieron escuchar.

-¡Encima defienda a esos malnacidos! Le voy a…- el padre hizo un gesto con la mano y carámbanos de hielo salieron de sus manos dirección Oronose.

Esta, saltó a un lado arrastrando con ella a los chicos.  En cuanto todos tocaron el suelo, este se los tragó para llevarlos muy lejos de allí.

Eldor Aidan e Iset Sccoubous 1 (Origen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora