✶ Capítulo 1

244 12 1
                                    

Capítulo 1:

EL INICIO DEL FIN

01 de septiembre, 2013
Actualidad.

—Creo que es buen momento para llamar a la policía.

—¿Y qué les vamos a decir? ¿Que alguien intentó entrar a la casa y dejó una carta con una frase extraña?

—¡Precisamente!

Skyler, la joven de cabello negro y corto que sostenía la linterna, les indicó a sus amigas que hicieran silencio, lo único que podía oírse era el crujir de las hojas secas bajo sus calzados. Segundos más tarde, la rubia habló.

—Annelise Blythe, si morimos por tu culpa te juro que te mato.

—Esa frase no tiene ningún tipo de sentido, Audrey —respondió la mencionada.

—Tu entendiste lo que quise decir —rodó los ojos—. De igual forma no creo que encontremos nada ni a nadie, solo estamos buscando problemas, las huellas no significan que esa persona aún esté cerca. Además, hace demasiado frío y huele a que hay algo muerto alrededor. ¿No les parece mejor que volvamos a la casa... con calefacción... palomitas... y sobre todo donde no puedan matarnos? —escudriñó las últimas tres palabras entre dientes.

De momento, Skyler pareció percibir un movimiento a lo lejos, justo en los arbustos detrás de un tronco, estiró el brazo para detener el paso de sus amigas y frunció el ceño.

—¿Aquí es cuando aparece el guapo enmascarado y debemos suplicar sensualmente por nuestras vidas? —dijo la rubia con incertidumbre.

—Cállate, Audrey —siseó Skyler—. Blythe, ve —dispuso, pasándole la linterna junto a un movimiento de cabeza y la empujó levemente por la espalda.

—¡¿Y por qué yo?! —titubeó la castaña, expresando pánico.

—¡Solo ve!

Durante la noche, el bosque tras la casa de los Blythe se sumergía en una densa oscuridad que pocas veces solía ser alumbrada por la luz de la luna. En esta ocasión, dicho astro no les fue de gran ayuda para lograr ver algo. Las huellas que seguían se habían acabado hace un par de metros atrás. Sin embargo, decidieron seguir indagando.

Blythe se giró, bufando, y sostuvo la linterna con nerviosismo mientras se acercaba al tronco a pasos lentos, imaginó todo tipo de cosas horribles que pudieran suceder luego de mirar tras ese árbol, no solía visitar la parte trasera de su casa por la noche, habían rumores extraños. Tragó grueso y, en un impulso, alumbró el arbusto y dejó escapar un grito de impresión ante el brusco movimiento de una ardilla con una nuez, la cual subió el tronco con rapidez.

Audrey soltó un suspiro de alivio y Skyler se mantuvo serena.

—Nada —soltó Blythe, rendida.

—Ya debe de estar lejos, entonces —dijo Skyler.

—¿Lo ven? ¡Se los dije desde un principio! —exclamó Audrey—. ¿Ya podemos volver dentro?

—Sí, Audrey, sí —La pelinegra se dio vuelta, rodando los ojos—. Por amor a Jesús.

Las tres jóvenes caminaron de regreso a la casa: una estructura de clase media con dos pisos y luces blancas, cada rincón se encontraba pulcro, tal y como Giada de Blythe los dejó antes de irse de viaje con Andrew, su esposo. La sala estaba decorada con fotos de la familia y un par de diplomas enmarcados en las paredes.

Una vez en la habitación, Blythe cerró la puerta mientras que Audrey se tiró sobre el colchón de la cama, como si haber bajado al patio hubiera sido el mayor esfuerzo de su vida. A su lado, Skyler tomó el tazón de palomitas y se sentó con las piernas flexionadas.

La castaña se volvió hacia su escritorio para tomar aquel sobre negro en sus manos, nuevamente volvió a abrirlo para repasar el contenido escrito:

Treinta días, Blythe. La portada del libro
no se compara a lo desgarrador
que contienen sus páginas.

950817

La carta no tenía sentido, sin mencionar el hecho de que viniese en el color de sobre menos común de todos: negro. No había rastro de su remitente ni del por qué era específicamente para ella.

—Treinta días me parece un plazo muy largo si es que vas a morir —dijo Audrey para llevarse un puñado de palomitas a la boca—. Quiero decir, ¿no podía ser algo más como El Aro? Siete días. ¿Y de qué libro habla?

—Creo que supone más una metáfora —opinó Skyler—, como si algo malo fuera a suceder —Se levantó de la cama y se acercó para tomar la carta—. Pero no comprendo qué quieren decir los números. No parecen ser coordenadas ni un número telefónico.

—¿Y si es un código? —inquirió la rubia.

—También podría ser —suspiró y se pasó la mano por el cabello—. Pero eso podríamos verlo mañana, ya es muy tarde.

—Odio los primeros días de clase —suspiró Blythe, yendo hacia la cama y se recostó en ella. Al hacerlo, tropezó con el control remoto y este hizo cambiar el canal a uno de noticias.

—... en una rueda de prensa. El abogado François Bouffart confirmó su estadía, al parecer, permanente en la ciudad de Londres para trabajar más cómodamente. Se especula que llegará acompañado de sus tres hijos y que residirá en una las no tan conocidas propiedades de Enrique VII —informó la reportera en pantalla.

Audrey tenía la boca abierta de impresión y emoción.

—¿Sus hijos? ¡¿Sus hijos vendrán con él?! —planteó nuevamente y soltó un chillido.

—¿Quiénes son ellos? —indagó Blythe, recibiendo una mirada ofendida por parte de Audrey.

—Unos niños mimados con un padre que se cree Superman —Skyler elevó las cejas y se cruzó de brazos.

—Tienes que estar de broma —continuó la rubia—. ¿Cómo no vas a saber quiénes son? ¿Al menos ubicas lo del asesinato de los reyes en el noventa y nueve?

Blythe asintió sin mucha seguridad, sus iris color hazel inspeccionaban a su amiga.

—François Bouffart es uno de los abogados más famosos y ricos del mundo, defendió a Ryan Hudson: el único sospechoso del asesinato a los monarcas en 1999. El juicio duró ocho meses y, aunque todas las pruebas apuntaban a él, se demostró su inocencia —explicó como si estuviera leyendo un artículo—. ¡Es por eso que es tan famoso! Ah, y sus hijos son modelos. Excepto uno, pero él es más reservado —hizo una pausa y volvió a hablar antes de que alguna lo hiciera—. ¿Y si asisten a Halshton? Tienen nuestra edad.

—Siendo la preparatoria más prestigiada en Londres, probablemente sí —agregó Blythe—. Aunque si tienen tanto dinero y así, ¿no tendrán educación en casa?

—Espero que sí —dijo la pelinegra—, o serán de lo único que se hable la mitad del año. Qué fastidio.

Luego de dejar el tema de lado, con media hora transcurrida, las luces de la habitación estaban apagadas; Skyler y Audrey se encontraban profundamente dormidas a diferencia de Blythe. Estaba recostada de lado, leyendo por enésima vez la carta.

Treinta días, Blythe.

Aquella cifra resonaba en su cabeza mientras jugaba inconscientemente con el dije de mariposa de su collar, cosa que hacía al sentirse nerviosa. No tenía ni la leve sospecha de quién pudo haber sido, o si solo se trataba de una broma de mal gusto.

Dejó la carta sobre su regazo luego de darle la espalda a la cama para intentar conciliar el sueño, pero antes de caer dormida, una nueva incógnita le vino a la mente:

¿Los Bouffart eran realmente quiénes decían ser?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EL PRECIO DE VIVIR © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora