La radio sonaba y yo tarareaba una melodía alegre, me gustaba mi vida y me hacía feliz, las personas que estaban en ella me hacían disfrutarla, mi novia principalmente que era a quien veía todos los días, también mi mejor amigo y mi familia.
Mi novia América Walls, es mi alma gemela, nos conocimos cuándo teníamos 12 años, ella vivía en el vecindario cuándo me mude. Llegó con su familia a darnos la bienvenida a nuestro nuevo hogar y cuando la ví en la puerta principal, yo definitivamente me enamoré de ella a primera vista.
*Flashback*
Jugaba con mi gato Demon en la sala de estar de mi nueva casa en Estados Unidos, extrañaría Londres, mis amigos y mi abuelo, pero papá se encargaría de una nueva empresa que abrirían en este país, esperaba algún día también trabajar para la compañía del abuelo Ethan.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando escuché el ruido de alguien en la puerta.
-¿Quién es?- dije mientras corrí a la puerta para pegar mi oreja a ella.
-Somos la familia Walls, sus vecinos de a lado.- dijo la voz de una mujer que sonaba estricta.
-Warren, hijo, ve a decirle a tú padre que tiene que venir a saludar a los vecinos.- dijo mamá mientras bajaba las escaleras.
Corrí al estudio de papá, ya que él siempre estaba metido allí, le dije lo que mamá me pidió y salí otra vez al recibidor.
Cuando casi estaba cerca del lugar, la sonrisa que llevaba en mi rostro por querer conocer personas nuevas se esfumó por un asombro maravilloso, al ver a la niña de ojos negros y cabello del mismo color parada junto a su padre, observando con una sonrisa tímida a mi madre, ella volteó a mirarme, yo me había escondido detrás de una pared aún con Demon en mis brazos, con toda mi inseguridad de niño de 12 años le sonreí, esperando que ella no hiciera lo mismo, pero lo hizo y mi mundo se paralizó al ver la sonrisa más hermosa que había visto en mi vida.
*Fin del flashback*
Asistí a su misma escuela en la secundaria del lugar, ya que ella tenía la misma edad que yo, e íbamos a las mismas clases y regresábamos juntos a casa, ella me enseñaba todo lo que tenía que aprender del nuevo continente, país en donde ahora vivía.
Sin darnos cuenta, cada vez pasabamos más tiempo juntos y nos extrañabamos mucho sí estabamos lejos; y así fue hasta que cumplímos diecisiete que decidí que iba a preguntarle sí queria ser mi novia y confesarle lo que sentía por ella. Y pues cuándo lo hize, me dijo que sí.
Y aquí estaba en mi auto 5 años después, con una sonrisa en mi rostro, unas rosas rojas y una cajita de terciopelo rojo también, en el interior estaba un anillo de diamantes con perlas, un anillo de compromiso, lo cierto era que yo ya no aguardaba el día en el que pasara.
Le dije a América que llegaría a la casa en Maine a las seis treinta, y la verdad es que hoy no asistí al trabajo por preparar lo que haríamos después de comprometernos, una pre-luna de miel a Irlanda, así que le pedí a Mattew mi mejor amigo y compañero de trabajo, que se quedará en la empresa mientras yo arreglaba lo del viaje.
Era importante también para mí, no descuidar la empresa y que mejor que Mattew que lo conozco desde que tenía 15 años, además no quiero que el apellido de mi familia se manche y menos que mi abuelo que había hecho que nuestros apellidos primeros fueran los de mi madre, su hija, y no los de mi padre. Él sabía que llevaríamos el legado Leev a la cima, y eso tratamos.
Mi novia no sabe absolutamente nada, no sé si lo olvidaría, aunque creo que sí lo recuerda porque hoy estaba medio nerviosa más que otros días y me preguntaba a qué hora regresaría, por eso me fui rápido para que hiciera lo que fuera a hacer para nosotros.
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El Diario Perdido
Teen FictionWarren, él joven que es arrestado por varios delitos de los que no sabe nada, y con una decepción amorosa no le importa estar en la cárcel, estando ahí encuentra muy misteriosamente un diario que le hará cambiar de parecer sobre el amor y le dará un...