Parte 5

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Miró alrededor y ahí estaba la gran y gruesa serpiente, ahora suspendida en medio del aire, girando grácilmente dentro del mágicamente protegido espacio que había fabricado para ella, una resplandeciente esfera transparente que parecía algo a medio camino entre una brillante caja y un tanque. Con un suspiro, Harry se retiró y abrió los ojos, en ese mismo momento sus oídos fueron asaltados con los aullidos y gritos, los estruendos y estallidos de la batalla.

—Está en la Casa de los Gritos. La serpiente está con él, tiene alguna clase de protección mágica alrededor. Acaba de enviar a Lucius Malfoy a buscar a Snape.

—¿Voldemort sentado en la Casa de los Gritos? —dijo Hermione ultrajada —¿no... ni siquiera está PELEANDO?

—No cree que necesite pelear —dijo Harry. Cree que voy a ir a por él.

—¿Por qué?

—Sabe que voy detrás de los Horrocruxes... está reteniendo a Nagini cerca de él...obviamente voy a tener que ir hasta él para acercarme a esa cosa...

—Bien —dijo Hermione, cuadrando los hombros. —Entonces no puedes ir, eso es lo que él quiere, lo que está esperando. Quédate aquí y yo iré y la conseguiré...

Harry atajó a Hermione.

—Yo iré bajo la Capa y volveré tan pronto como...

—No —dijo Hermione —tiene mucho más sentido si yo voy.

—Ni lo pienses —le gruñó Harry a Hermione con determinación.

El tapiz en lo alto de la escalera en que permanecían se desgarro.

—¡POTTER!

Dos mortifagos encapuchados estaban allí de pie, pero incluso antes de que sus varitas estuvieran completamente alzadas.

Las escaleras se allanaron bajo sus pies formando un tobogán y ella, Harry y Ron se precipitaron hacia abajo, incapaces de controlar su velocidad, pero tan rápido que los hechizos aturdidores de los mortífagos volaron muy por encima de sus cabezas. Pasaron disparados a través del tapiz que había al pie de las escaleras y rodaron por el suelo, chocando contra la pared opuesta.

Harry y Hermione se arrojaron contra una puerta mientras una manada de pupitres galopantes pasaba retumbando, pastoreados por una precipitada Profesora McGonagall. Ella no pareció fijarse en ellos. Llevaba el cabello suelto y había una herida en su mejilla.

—Harry, ponte la capa —dijo Hermione. —Olvídate de nosotros...

Bajaron corriendo el siguiente tramo de escaleras y se encontraron en un corredor lleno de duelistas. Los retratos a ambos lados de los luchadores estaban abarrotados de figuras gritando consejos y dando ánimos, mientras los mortifagos, tanto encapuchados como no, se batían a duelo con estudiantes y profesores. Dean había logrado hacerse con una varita, por lo que estaba cara a cara con Dolohov, Parvati con Travers. Harry, Ron y Hermione levantaron sus varitas a la vez, listos para golpear, pero los duelistas estaban tan entremezclados y compenetrados que si lanzaban maldiciones había una fuerte probabilidad de herir a uno de su propio bando.

—¡Allí hay alguien invisible! —gritó un mortifago encapuchado, señalándolos.

Dean aprovechó al máximo la momentánea distracción del mortifago, dejándole fuera de combate con un hechizo aturdidor; Dolohov intentó desquitarse y, Parvati le disparó una maldición de cuerpo atado.

—!VAMOS¡ —aulló Harry.

Él, Ron y Hermione aferraron firmemente la capa, envolviéndose en ella y se apresuraron, con las cabezas bajas, a pasar en medio de los luchadores, resbalando un poco en charcos de jugo de Snargaluff, dirigiéndose hacia lo alto de la escalera de mármol que conducía al hall de entrada.

Las horas más oscuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora