IV

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Ciel muy triste lloraba por esta nueva humillación solo pensaba en como irse de ahí pronto, las opciones eran arriesgarse a salir al mundo aunque no tuviera nada o seguir allí sufriendo tantas ofensas que no merecía.

—No llores… Ella no merece tus lágrimas.

Le trataban de animar sus amigos, mientras consolándolo le acariciaban el cabello.

—No quiero ver a nadie… Déjenme solo. —Les pedía entre sollozos, sus amigos se negaron al principio pero después cumplieron su petición.

El joven trataba de no llorar pero en este momento sentía que extrañaba a sus padres, no entendía por qué lo dejaron solo entonces una extraña risilla interrumpió sus deprimentes pensamientos.

—Ji ji ji —Era el eco de esa rara risilla.

—¿Quién anda ahí? —Murmuró atemorizado aunque pretendía hacerse el valiente.

—¡Hola querido!

Era el saludo de un hombre de larga cabellera platinada que tenía el rostro cubierto por un largo flequillo además parecía flotar un poco mientras brillitos aparecían a su alrededor.

—¿Quien eres? ¿Qué haces aquí? —Nervioso cuestionó tomando uno de sus zapatos se lo lanzaba pero este lo esquivó.

—¿Por qué tan agresivo? —Dijo a lo que Ciel lo miró mal y sin responder  su pregunta se prestaba a lanzarle el otro zapato— No deberías maltratar a tu hada madrina… Vengo a ayudarte…

—¿Mi hada madrina? Eso no existe…

—Y los ratones que hablan es muy normal… ¿No? —Con sarcasmo decía este extraño ser— Todo aquí es mágico y yo solo vine a ayudarte con mis brillitos.

Ciel acertó a mirarle mal por su forma tan descarada de hablarle junto con esa sonrisa burlona que no se borraba de sus labios hasta había olvidado que estaba llorando por lo acontecido.

—Haré que vayas a la fiestita que tanto querías ir. Ji ji ji

—No quiero ir a ningún lado ahora… Estoy cansado de soñar y luego rompan mis ilusiones con humillaciones y burlas perversas. Seguramente tu harás lo mismo.

—Oh querido, sé que no has tenido buena suerte te he observado todo este tiempo. Solo que no se me permite intervenir pero esta noche, esa fiesta, es importante de esto dependerá tu futuro… Por eso debes ir…

Con un poco más de seriedad le decía mientras el joven incrédulo le oía atento, en el fondo de su ser sentía que debía asistir a esa fiesta lo intuía desde que escuchó lo de la invitación entonces comenzó a dudar.

—Y si voy ¿Cómo iré todo harapiento? —Con una sarcástica sonrisa aclaró enseñaba su vestido roto.

—Eso se resuelve fácil…

Dijo sacando de entre sus ropas una extraña varita mágica con forma de esqueleto provocando algo de miedo al joven porque parecía que iba a invocar a la muerte o algo así, acercándose comenzó a sacudir su varita.

—¿E- eso… no va… a matarme…? —Temeroso Ciel le cuestionó.

—Claro que no… Cambiaré tus harapos en un distinguido traje.

Envuelto en una especie de torbellino con brillitos, la ropa rota del joven se transformaba en un hermoso vestido junto con unos zapatos bajos de cristal azul oscuro.

—Quedaste muy linda… ji ji ji

—¿Por que me pusiste vestido? Podías bien vestirme como hombre. —Le reprochó molesto sentía verse bien así pero hubiera preferido ir de chico.

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