³ 𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ━ marvel

007. homecoming | peter parker

No se suponía que el Homecoming fuera una gran cosa para Tessa. No lo era. Sólo se trataba de un estúpido baile en una estúpida noche con estúpidos ex alumnos. Sin embargo, a ella le encantaban los bailes de gala y los vestidos. La sola idea de que Peter hubiera querido llevarla había hecho florecer algo en su interior, como un pequeño tulipán rosa en un día de abril. La pregunta no era nada del otro mundo. Sólo un "¿querrías, tal vez, ir conmigo?" y una sonrisa por su parte fue suficiente para que Tessa lo decidiera: Peter Parker la llevaría a su Homecoming de segundo año. El baile sería finalmente la noche en la que se reiría, hablaría y bailaría con Peter Benjamin Parker, como algo más que amigos.

Y lo fue, por un tiempo, durante los minutos que estuvieron uno al lado del otro en su cálido apartamento, hablando con ademán de algo que realmente no importaba, no a Peter. Para él, lo único que importaba era la rosa blanca prendida en su traje, la flor blanca que la muchacha llevaba en la muñeca, y su sonrisa mientras hablaba con la tía May, quien le lanzaba un guiño a Peter cada pocos minutos. Nada importaba más que Tessa y el brillo que inundaba sus ojos.

Las risas de ambos llenaban el coche de la tía May mientras la joven movía la cabeza al son de la canción que sonaba la radio, la cual a Peter ni siquiera le gustaba, pero que aún así dejó porque ella lucía muy emocionada. Tessa se inclinó hacia él y dejó un beso en su mejilla y, justo en ese momento, Peter decidió que, si ella lo quería, él se quedaría. Se quedaría todo el tiempo que Tessa quisiera, y ella en serio quería que se quedara. Quería abrazarlo con fuerza y escuchar sus miedos y preguntarle muchas cosas y besar su mejilla frente a la puerta del salón de clases. Quería abrazarlo cuando llorara y secar sus lágrimas con su pulgar. Quería a Peter Parker, no sólo a sus partes buenas. Lo quería completamente, a cada parte de él.

Hacía mucho frío la noche del Homecoming. El aparcamiento estaba lleno de adolescentes que se hacían fotos y algunos otros que se emborrachaban en medio de todo ello, agarrándose a las petacas como a un salvavidas. Del techo y de los postes de luz colgaban serpentinas azules y amarillas, las cuales se movían un poco debido al viento. Peter empujó lentamente la puerta y le indicó a Tessa que entrara, siendo seguida por él.

El gimnasio parecía un lugar completamente distinto a como estaba normalmente. Había globos dispersos por todos lados, una canción a todo volumen y bebidas obviamente sin alcohol que se servían en vasos de plástico blancos. Sus amigos se rieron y le hicieron señas a la rubia para que se acercara. Tessa tomó la mano de Peter, llevándolo con ella mientras sentía que él agarraba su mano con más fuerza de la necesaria. Pero no importaba, le gustaba. Todo iba como debía.

Bailaron un rato, o lo que pretendía ser un intento de baile. Todo el nerviosismo de Peter parecía esfumarse cada vez que veía la brillante sonrisa de la chica y escuchaba su risa.

Adolescentes sudorosos. Profesores aburridos. Vestidos bonitos y sombras de ojos brillantes. Tal grado de nerviosismo adolescente que sólo un baile de instituto podía causar. Música tan alta que llegaba a provocar dolor de cabeza. Sólo comida semicomestible. Todo eso era lo que hacía que el Homecoming fuera tan de instituto, y todo lo que hacía que Tessa estallara de emoción.

━¡Estás muy bonita! ━gritó Peter por encima del alto sonido de la música.

━¿Qué?

━Dije que estás muy bonita. Eres jodidamente hermosa, y no te mereces esto ━y con eso, Peter echó a correr.

La dejó allí, con nada más que algo sobre no merecer esto. Como siempre hacía. Como lo hacía en clase, después de la escuela, en el almuerzo. Corriendo cada vez más lejos de ella, llevándose su corazón con él. Y Tessa lo quería de vuelta.

Ya no quería amar a Peter Parker, el hermoso y cariñoso Peter Parker. No lo quería. Hacía cinco segundos, se alegraba de poner su corazón en las manos del chico, pensando que lo cuidaría lo mejor posible y durante todo el tiempo que pudiera, pero él lo dejó caer, abandonándolo en las ajetreadas calles de Queens.