Promesas * Max Verstappen *

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Max (16 de junio del 2021)

—Deberías haber visto tu cara! Es broma Verstappen... — Isa no dejaba de reír ante mi reacción, yo no sabía como describirlo.

Esa petición me tomó por sorpresa.

—De haber sido verdad... ¿Por qué te gustaría tomar prestado mi apellido?— pregunté tratando de entenderla.

—Bueno, todo apellido tiene historia. Conozco niños que tienen apellidos y saben de dónde vienen. Ellos saben quienes son sus abuelos, sus tíos— había un pequeño destello de ilusión en sus ojos.

—Creo que mi apellido no es tan digno como para que lo lleves tu— me miró con confusión.

—¿Qué significa digno?— sus ojos verdes estaban cargados de curiosidad.

—Me refiero a que tu mereces un mejor apellido, uno que tenga una buena historia para contar... — se quedó en silencio unos segundos.

—¿De qué trabajas?— cambió de tema y comenzó a jugar con un auto rojo.

—Soy piloto de autos... Participo de carreras— no estaba seguro de que ella pudiera entenderme del todo.

—Carreras... ¿Ganas muchas?— no pude evitar sonreír ante su inquietud.

—Algunas, si... ¿A ti que te gustaría ser en el futuro?— se quedó analizando mi pregunta unos segundos.

—Yo solo quiero ser buena persona y tener una casa con muchos juguetes... Poder caminar a la cocina y tener muuuuchos chocolates y helado para comer cuando quiera... Y me gustaría tener videojuegos, a Gian le gustan los videojuegos. Aquí hay uno, pero como somos muchos niños, pocas veces lo puede usar—  sus ojos decayeron un poco.

—Estoy seguro de que encontraran una buena familia y los querran mucho a ambos. Tendrás todo eso que quieres.

—No es fácil, eso dicen todos. Hemos estado con tres familias, pero siempre volvemos porque dicen que mi hermano es muy problemático. Algunos quisieron llevarme solo a mi, pero yo no quiero estar sin él. Con Gian yo me rio mucho— movió el auto que tenía en sus manos, sin verme al rostro.

—Lo bueno tarda en llegar, quizás esas personas que les darán un hogar, aún no están en el momento indicado. No debemos forzar las cosas, todo llega cuando es necesario y así es mejor— levantó su vista y sonrió con tristeza.

—¿Te puedo contar un secreto?— murmuró acercandose unos centímetros y disminuyendo el tono de su voz.

—Claro, soy tu amigo, no lo olvides— sonrió y noté algunas ventanitas, producto de la caida de sus dientes. Pero antes de hablar se puso más seria.

—Tengo miedo de que si me porto mal o hago enojar a quien me lleve, ellos me devuelvan— sonaba verdaderamente asustada.

—No pasara, cuando alguien te quiere, no te deja por tus errores, se queda a ayudarte.

—Pues entonces entiendo a Gian, nadie lo quiere de verdad y por eso nos dejan. Yo si lo quiero mucho, él me lee cuentos cada vez que estoy triste... Hace unos días lloré porque el Hada de los dientes se olvidó de mi. Ya he pérdido dos dientes y ella no me visitó. Así que él para hacerme feliz, inventó una historia muy divertida— sentí una presión en mi pecho, las expresiones de Isabella al hablar, me hacían sentir débil.