Capítulo 1

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¿Cómo fue que terminamos de esa manera?





Solo recuerdo lo hermoso que era esa noche.






Esa fue la primera vez que lo conocí.






En lo profundo de las montañas de la antigua China, se ocultaba una de las sectas más reconocidas. Esto se debía por sus 3 mil reglas de sabiduría.

Era una noche tranquila, se podía observar con claridad la hermosa luna llena que alumbraba el cielo con su gran resplandor, sería como todas las demás si no fuera por una misteriosa sombra que recorría por los tejados de los muros las cuales separaban aquella secta con el exterior.

A lo lejos unos ojos color dorados intensos no perdían ningún movimiento de aquella sombra, solo basto unos cuantos segundos para que cierto joven apuntará con su espada llamada Bichen al joven revoltoso que estaba entrando a los Recesos de las Nubes después del toque de queda.

El joven de ojos dorados los abre lentamente al ver unos ojos color grisáceos, en ellos se podía observar claramente el reflejo de la luna.

La belleza de aquellos grisáceos no se comparaba con nada antes visto.

Hipnotizado por aquellos ojos se regaña mentalmente recordando las reglas de su secta.

— No se permite la entrada hasta las siete de la mañana. Vete de aquí.

Aquel joven poseía un porte algo singular solo le dio una sonrisa más brillante que el mismísimo sol, alzaba una de sus manos, la cual sostenía una jarra redonda de color café y unas letras escritas.

— Sonrisa del emperador — El joven Lan lo miraba un tanto extrañado— Te daré un frasco si pones una sonrisa en esa cara tan fría, no es malo sonreír de vez en cuando sabes. Además, que desperdicio de belleza.

Su cara no demostraba ninguna emoción, pero por dentro estaba echando chispas de enojo, nunca en su vida tuvo que pasar por esto. No, recuerda las reglas no puedes demostrar tus sentimientos solo te hacen débil, mira al causante de su enojo— Beber está prohibido.

Suelta un suspiro— ¿Hay algo que se puede hacer en este lugar?

— En la roca de las disciplinas están todas las reglas que debes aprenderte.

Lo mira con los ojos grandes— ¿Estás loco? Las reglas de tu casa son más de tres mil, ¿Quién en su sano juicio aprendería eso?

El Lan le lanza una mirada fría con un ceño fruncido, adiós a la poca paciencia. Este individuo era muy prepotente.

— Está bien, está bien —se sienta en el techo y destapa el envase— Lo beberé aquí, de esa manera no estaré rompiendo ninguna regla —al envase hasta su boca comenzando a beber aquel liquido dulce.

El joven de mirada fría solo veía como ese sinvergüenza empezaba a beber enfrente de su presencia, estaba a punto de atacarlo cuando mira como un hilo del dicho licor empezaba a bajar por la barbilla del contrario dando una imagen un tanto erótica.

El último silbido [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora