Dime otra vez que me amas

Capítulo 2: La broma de bienvenida

Matías

En el momento que el guardia de seguridad— un troll de mediana edad—; me abrió la puerta de la entrada estilo gótica de la escuela, no pude evitar agrandar mis ojos. Y es que, en los brazos tenía varias manchas de pintura y tanto en ellos, como su rostro tenían ciertas partes de salpullido. Esa era la  razón de que no dejara de rascarse mientras me saludaba y me dejaba pasar.

Pero él sólo fue la introducción del caos y la terrible situación que estaba ocurriendo en el Instituto Sole.

Mientras caminaba por el pasillo hacia el vestíbulo, había estudiantes corriendo de un lado a otro, otros sentados o acostados en el piso. Llenos de panico, asco, confusión o enojo. Quizás, con todas las emociones anteriores. Pues algunos de ellos tenían bichos en la cabeza o en sus hombros como babosas, lombrices o cucarachas. Otros no paraban de rascarse las manos, los brazos o la cara mientras la piel la tenían roja, llena de ronchas o llagas. Y otros, olían muy mal, como si hubieran abrazado un animal muerto. Aunque otros, simplemente tenían manchas de pintura de diferentes colores.

Impresionado y con temor, caminé hasta llegar al vestíbulo de la escuela donde había una gran sala de estar con varias mesas redondas de madera y sillones de piel; en las paredes había grandes ventanas que al contacto de la luz del sol se iluminaban con los colores del arcoíris, así como varias pinturas colgadas que contenían retratos de los que suponía eran los anteriores directores del Instituto. Además, en lo alto del vestíbulo, se encontraban 3 candelabros, hechos de oro puro, flotando.

—¡Qué bueno que ya llegaste! — mencionó Caroline acercándose a mí rápidamente. Llevaba puesta una bata blanca ya que trabajaba como Sanadora del Instituto Sole desde hace ya dos años.

Fue en eso que un trío de amigos Hexlights pasó a un lado de mí. Él que iba en medio se frotaba sin cesar los ojos mientras se quejaba una y otra vez que no podía ver y que le dolían. Mientras que sus amigos, iban a los lados guiándolo por donde caminar. Yendo directamente a la enfermería, ya que Caroline se detuvo un momento para decirles que siguieran ya que la otra sanadora y asistente estaban allá.

—¡Pero qué mierda está pasando aquí, Caro?— exclamé alterado.

Ella suspiró pesadamente.

—Alguien una vez más, hizo "La broma de bienvenida" al ser el primer día de clases. En cierta forma es tradición, pero esta vez fue muy pesada. Tentó con la salud de todos los estudiantes y maestros— explicó—. La broma consistió en hacer explotar "Bolitas de arcoíris de la destrucción"—. Agrandé mis ojos al escuchar eso. Y es que son gigantescas esferas con apariencia de látex de 2 metros de diámetro que pueden ser de diferentes colores; y aunque el nombre suena inofensivo, pueden ser muy peligrosas dependiendo el contenido de ellas.

— Esas esferas no solamente tenían pintura ¿verdad?
Ella negó con la cabeza.

—Tal y como ya te has dado cuenta, en algunas de ellas había polvo picapica, gas pimienta y Apestosina....— Cerré los ojos.

Un verdadero caos sin duda.

Y es que el polvo picapica de aquí es más mortal que el de Clovek, ya que si este polvo hace contacto con tu piel aparte de la terrible comezón, te saldrá sarpullido o pequeñas llagas en la piel. El gas pimienta mezclado con otros ingredientes ácidos y picosos de Demerth causa que te quedes ciego por dos días si entra en tus ojos. Luego está el caso de "Apestosina". Es un gas hecho con el extracto de una planta (con el mismo nombre) que crece a las afueras de la Zona Tenebrosa. Apesta peor que un animal muerto y oler su aroma por más de cinco minutos causa que te quedes sin olfato por una semana entera.

— Ah, y también había bichos babosos y asquerosos—. Prosiguió mi amiga—. Había quince de esas bolitas de arcoíris en la ceremonia de bienvenida y las quince explotaron al mismo tiempo. Fue un desastre, hay chicos que ya quedaron ciegos temporalmente, unos que han perdido el olfato, unos tienen sarpullido en los brazos y los más afortunados sólo tienen pintura en la ropa.