—Arianna... Escucha, solo piensa son de la mafia, ellos se llevan a miles de jovencitas como tú para otros países, te buscan por qué seguramente quieren llevarte. Y mis padres te acogieron para que eso no pasara ¿Así les agradeces?
—Yo... simple mente siento que algo no está bien.
—Cecilio, Arianna ¿qué es este escándalo?
—Mamma... tenemos problemas... —Cecilio alejó un poco a su madre para hablar con ella.
Gianmarco llevaba ya varios minutos caminando sin ningún rumbo, parecía que las calles comenzaban ser iguales, sus hombres entraban discretamente algunas casas y miraban por las ventanas... todo estaba normal.
—¿Qué crees que haces?
—Sr. Adriano... Pregunto lo mismo. —Le respondió Gianmarco con sarcasmo sin dejar de caminar. —Claro, lo olvide, eres su mejor hombre, tiene sentido.
—De hecho, me envió a vigilarte, nadie confía en ti, Vaffanapoli—Adriano hizo una mueca sonriendo.
—Esa mujer... —Murmuro—
—¿De qué hablas, niño?
—Conozco a esa mujer, trabajaba para La Camorra, ¿Qué hace tan lejos de Nápoles?
Habían caminado por todo el pueblo ya, casi saliendo de él, una mujer la cual pareciera que Gianmarco conocía, caminaba hacia una casa en una leve montaña, ambos la siguieron con la vista y la vieron hablar con dos niños, una la Srta. Antonella.
—Niños... Hagan sus maletas, rápido, nos vamos.
La mujer termino de hablar con su hijo y salió a la entrada de la casa, alzó la vista y reconoció a la distancia algunos hombres, estaba atrapada, ya habían visto a la niña y a ella hablarle... solo quedaba una cosa por hacer.
—dámela la cadena Arianna.
—No. ¿Por qué lo haría, Vittoria?
—No tengo tiempo, Cecilio quítasela —Ella se dio la vuelta y comenzó a buscar algo entre los cajones de toda la casa.
—¿Qué les pasa? Yo... me mejor me voy. —La Srta, se dio la vuelta, pero antes de irse la tomaron de la muñeca.
—Tú no te vas a ninguna parte, no hasta darme la cadena... Escucha niña, estoy harto de estar detrás de ti asegurándome de que no te pierdas. Esperando este momento para que nos den el dinero.
—Cecilio... Ustedes... ¡confié en ustedes!
—Pues te equivocaste —alzó los hombros—... ¡dame la maldita cadena!
Antonella, sin soltar la cadena que estaba en su mano, miró atrás, vio el tranquilo cielo, y al bajar la vista, un muchacho de gafas caminando en silencio hacia ella, ya lo había visto en el cementerio. Antes de ella hacer un movimiento él le indicó que hiciera silencio con su mano.
—Bien... pero dime la verdad ¿quién es mi familia?
—Si insistes —Cecilio rodo los ojos— Tú padre es un jefe de la mafia, aquel hombre que viste en el cementerio... Ya dámela.
—Un jefe —murmuró—
"Que destino el mío, yo solo quería ser una diseñadora famosa y terminé siendo la hija de un criminal."
—No te creo, debes estar mintiéndome. ¿Que tiene la cadena?
—Nada, oro y... —El muchacho le arrebató la cadena y le quitó el seguro para abrirla y que ella por fin viera la foto.
ESTÁS LEYENDO
•𝑈𝑛 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜 𝑠𝑖𝑛 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑒• #3
RomantikEn 1941 Don Puzo sufre la perdida de su querida esposa, busca la forma de seguir adelante y recuperar a su familia para que vuelva a ser igual de unida como solía ser antes. En su lucha por buscar el amor que perdió se encuentra en varias aventuras...