Desde hacía un tiempo, Alba había tomado la decisión de dedicarse un momento única y exclusivamente para ella, sin nadie más. Sólo ella, sus pensamientos y sentimientos. Un momento en donde poder disfrutar de la soledad. Era fiel creyente que había que estar en paz con uno mismo, y poder disfrutar de hacer cosas por sí solos sin necesidad de tener a alguien al lado que estuviera haciendo compañía. Y, ciertamente, algo que siempre le había dado vergüenza desde siempre, era ir al cine sola. Así que, tomó la iniciativa de que cada día de la semana, acudiría al cine sola, a cualquier sesión y que le daría igual la película; ese sería su momento, y nadie se lo quitaría.
Había descubierto, hacía cosa de dos meses, un nuevo cine cerca del Campus en donde estudiaba Bellas Artes. Y lo que había llamado su atención, desde el principio, era que se trataba de uno de esos cines vintage, en donde, para su sorpresa, rompía con la primera sesión a las cuatro de la tarde; allí, empezaba la sesión desde la mañana, terminando en la madrugada.
Fue por ese motivo por lo que estableció que, cada Lunes, tras las clases que finalizaban a las dos de la tarde, se plantaría en el cine, pillaría una entrada para una película y junto con una ensalada, ese sería su momento a solas. ¿Qué mejor plan que aquel? Ninguno, desde luego.
Durante aquel tiempo, y teniendo en cuenta que no acudía mucha gente entre semana, los empleados del lugar la reconocían. Alba siempre había sido una chica amable, respetuosa y algo avispada. Por ello es que solía meterse a cualquiera en el bolsillo con una corta conversación. A pesar de ello, siempre solía encontrarse con un par de caras conocidas entre las que, como ella, parecían que aprovechaban entre semana para ver películas sin la presión de sólo asistir al cine fines de semana y en compañía.
Sin embargo, había alguien con quien aún no había intercambiado una palabra porque no había surgido el momento, ni la ocasión. A pesar de que, aquella joven de cabellos negros como el azabache, estaba en la taquilla, pudiendo ser ella quien le entregara en alguna ocasión una entrada cualquiera, no había pasado todavía. Siempre le atendían sus compañeros; sobre todo, Miguel, con quien ya, incluso, bromeaba.
Y no sería mentira si se dijera que una de las cosas que también esperaba con ganas del Lunes era poder verla. Aunque fuera de soslayo, aunque fuera de reojo, aunque tan sólo hubiera un "hola, buenas tardes" susurrado cuando pasaba por delante de ella. El hecho de verla, le ponía contenta y le alegraba. Se sentía un poco ridícula, porque no la conocía de nada y apenas hablaban, por no decir, que no hablaban.
Como cada Lunes, Alba entraba por la puerta del cine. Allí se encontraban ya tres personas, por lo que tuvo que hacer un poco de cola, siendo para nada molesto. Aprovechó para mandar un mensaje a su madre y bloquear el móvil. Al observar al frente, se encontró con Miguel, atendiendo a una chica que reconocía del Lunes pasado, y a María, con una joven que no había visto hasta ahora.
Y allí estaba ella. Su crush instantáneo del cine; porque no podía ser otra cosa, o eso le decían sus amigos.
Con su flequillo perfectamente liso y recortado por sobre sus cejas oscuras, y su cabello lacio, brillante y negro como la oscuridad de la noche cayendo cual cascada por sobre sus hombros. Aquel día la notaba especialmente más guapa. No sabía de qué se trataba, pero resultaba completamente magnética.
Descubrirla riendo por un comentario que le había hecho el hombre que compraba una entrada, hinchó su pecho de ternura. Era guapísima, y tenía unos dientecitos que la hacían ver tan pequeña y adorable, que se quería morir ahí mismo.
«-Acércate y habla con ella— le habían dicho más de una vez—. Con lo que tú eres, me extraña que no te hayas acercado y dicho alguna de las tuyas».

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CLIFFHANGER | albalia.
FanfictionUn día a la semana. Un cine. Una conexión. Un cliffhanger como inicio de algo que les cambiará la vida. { 𝕥𝕨𝕠 𝕤𝕙𝕠𝕥 }