40|WooHyun

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WooHyun miró a su alrededor mientras la sensación en su pecho, de encontrarse y no hacerlo al mismo tiempo, se oprimía contra su corazón hasta casi quitarle el aliento. La carta que le había escrito SungGyu estaba resguardada entre sus manos, ahí en medio del lugar a oscuras, con la luz de luna osándose a colarse entre las cortinas.

Eso tenía que ser el final, tenía que serlo. Uno feliz, en el que SungGyu lo comprendía y podía intentar amarle como él lo hacía. O uno triste, en el que la simple confesión de la verdad significaba un consuelo para ambos que debían alargar lo más que pudieran hasta encontrarse sanados, olvidados los dos.

Ojalá se tratara del feliz, porque él estaba cansado de los finales tristes en su vida.

Era un momento extraño. Él se sentía tan valiente y ansioso, si ésto significaba el inicio de todo por lo que siempre luchó, entonces debía actuar e ir rápido por ello. Era lo que siempre esperó, que SungGyu se rindiera ante él, no tanto como eso, que se aceptara ante él, que se quitara la venda de los ojos que le impedía verlo como el ser capaz de amarlo sinceramente, y que le dejara caminar lentamente hasta su encuentro, sin prisas y con libertad.

"Si voy y te amo más de lo que ya lo hago, ¿seré un niño que no aprendió su lección?"

No quería mentir más, era real todo lo que pensaba SungGyu de él, todo lo que le dijo a la cara: estaba asustado, y era un cobarde, también estaba equivocado. ¿Por que las cosas que no debiéramos hacer nos hacen sentir tan bien?

Todo aquello que SungGyu le dijo una vez de pie frente a él, resentido y molesto por su tonto juego de niños, tal vez no era del todo falso. Y después de muchas cosas es que nos percatamos de nuestras equivocaciones. Aún así, se esforzó, e intentó hacerse ver su propio ideal. No estaba equivocado en todo, él sólo se esforzó por lo que quería, y no podían condenarlo por eso.

Quizá solamente intentó dar más de lo que en su poder tenía, el probablemente pensó que el mundo podía hacerse un lado para darle paso libre a conquistarlo, solamente se encontró siendo guiado por lo que su corazón quería sin la premeditación de cuánto daño y obstáculos encontraría; y está bien, de verdad que lo está porque siempre estamos predestinados a equivocarnos y a aprender de ello.

Nadie puede ser tan ajeno al sentimiento, como para atreverse a condenar los esfuerzos que cada alma en trozos hace para ser feliz, las más tenues elevaciones de esperanza que en cualquiera pueden surgir son siempre justificadas por los sueños. Es que siempre esperamos que las cosas que deseamos se cumplan.

Ahora, mientras ese desgaste en su corazón se afianzaba al resto de su cuerpo y alma, se permitió arrepentirse de todo lo malo y perdonarse por lo peor. Antes, mientras la tristeza lo envolvía, se había atrevido a juzgarse y culparse por todo lo que no tenía y se merecía no tener, ahora, con su corazón latiendo fuerte y la carta de SungGyu entre sus manos, pensó que podía apiadarse un poco de sí mismo.

La despedida había sido dura. Fue difícil plantarse de pie frente a MyungSoo, mirarlo a los ojos, y sonreír al tiempo que retenía sus lágrimas. La amistad es tan importante, ¿por qué a veces lo olvidamos? Lo abrazó y le agradeció, por cada cosa. Le dio las gracias por haber sido el único niño en el salón de clases de primer grado, en levantarse de su pupitre y saltar feliz en su dirección, a presentarse y preguntarle si quería ser su amigo. Se lo agradeció mil veces, porque fue lo mejor que le pudo haber pasado en la vida. Le agradeció hasta la última cena familiar en casa de sus abuelos, por las personas que aún sin saber nada de él, lo hicieron sentarse en la sala de estar y reír de anécdotas y fotos de MyungSoo de bebé, haciéndolo sentir como un miembro más de su familia. Y le agradeció también, por ser tan valiente y luchar por la felicidad de los dos, a pesar de todo el sufrimiento que pasaban. Lo hizo sinceramente, inmensamente alegre de que MyungSoo estuviese tras sus metas.

❥Crecer | ➳[WooGyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora